La intimidad como resguardo
Roma, Italia.- Bailar en la habitación con el perro sobre la cama: fluir como en los ensayos pero a solas, cerca de sus objetos, envuelta en la música que marca los pasos de su danza. El clima agradable que rodea a la bailarina italiana contrasta con el desastre que ocurre puertas afuera. No es la única que experimenta algo así. Confinados a livings, cuartos y cocinas, ciudadanos de todos los continentes damos forma a una nueva manera de habitar el espacio doméstico. Ya no es solo escenografía de la foto de turno para las redes; no es únicamente el lugar destinado a la familia o el ocio. Las casas como búnker laboral y afectivo empiezan a ganar nuevas dimensiones: en medio de la pesadilla, la intimidad vuelve a ocupar el espacio de lo seguro.