Lo que destruye
San Petersburgo, Rusia.- La belleza involuntaria de ciertas imágenes. La hipnosis que generan algunas catástrofes, ese mirar alucinado a las fauces del terror. Hay que estar donde están esos dos bomberos: nada por aquí, nada por allá: solo las tinieblas y el impensado arco iris -paradójico hallazgo- que parece enmarcarlos. En un extremo, allá hacia donde apunta el impetuoso chorro de agua, hay un edificio en llamas. En algún lugar, más allá de las sombras que aquí parecen dominarlo todo, está la ciudad de San Petersburgo, su larga historia, esa aureola de zares, revoluciones y tragedias. Son otras las llamas que por estos días, lejos en el Amazonas, concentran la mirada del mundo. En la selva herida, tanto como en este incendio ruso, se reitera la vieja certeza. Tan fácil y veloz, el reinado de lo que destruye. Tan lento y difícil, el camino que repara.