Sombras nada más
FILADELFIA, EE.UU.- Lo sublime está afuera, en el cielo que lo envuelve todo, en el agua embravecida, en la tormenta que amenaza desde lejos y a lo alto. La belleza está cerca y es como un susurro: la acuarela involuntaria de un atardecer lluvioso; luces y siluetas apenas borroneadas; sombras móviles, destellos rojos, azul, dorado. Hace días que llueve sobre Pensilvania, y de momento la tormenta sobrevuela el Puente Ben Franklin, entre Filadelfia y Nueva Jersey. Hubo tornado, y escuelas cerradas, y árboles rotos y líneas eléctricas derrumbadas. Pero aquí y ahora, en el puente, solo llueve; el tráfico anda, y hace su marcha de asfalto sucio, ruido a motor y mansa carrera bajo un gigante de acero. La naturaleza es sublime, aun cuando exhibe su rostro más mortífero. Nuestras geografías son bellas, incluso a pesar de sí mismas.