Un tiempo sin tiempo

LA HABANA, CUBA.- Un auto antiguo, un atardecer suave como la brisa de verano, las luces sobre el mar que arrulla a quien pisa esas calles cargadas de historia y vaivenes políticos. El Malecón de La Habana es único. Seduce con postales congeladas en otra época, esconde más de lo que muestra, atrae con un magnetismo que suele sobrepasar las circunstancias. El escritor cubano Carlos Manuel Álvarez decía en un reciente artículo del diario El País que en La Habana "parece haber una reserva vital que subyace a sus distintas capas políticas e históricas"; que su identidad es tan única que se vuelve un territorio imposible de corromper. A punto de cumplir 500 años, un lindo ejercicio de desautomatización perceptiva es ver la ciudad más allá de la ideología; contemplar esta imagen salida de un tiempo sin tiempo y dejarse envolver por su fuerza poética.