Movimiento y quietud
SAN PETERSBURGO, RUSIA.- En algunas imágenes, el sentido se dispara tanto como los múltiples puntos de luz (todos, de distinta calidad, origen y calor) que destellan en esta foto. Pero antes está el cielo. Una inmensidad de azul metálico, color intermediario entre el sol y la noche, infinito e indiferente ante la inesperada pequeñez de edificios, casas y torres. Ni siquiera los cables de alta tensión, omnipresentes en este rincón de San Petersburgo, son capaces de opacar a la inabarcable extensión que pende sobre cada rastro de construcción humana. Entonces, beneficiada por la perspectiva, surge la casa abandonada. La atraviesa un fogonazo de luz llegado del otro lado, de donde la ciudad quizá sepa disimular mejor las heridas. Hacia allá -hacia la urbe tintineante de focos blancos y rojizos- se dirige el auto de la izquierda. Movimiento y quietud: impulsos de un ciclo que por nada se detiene.