Reseña. Leyden Ltd., de Luis Sagasti

Narración hecha de notas al pie

Lo primero que viene a la mente al leer Leyden Ltd. es "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", el célebre cuento de Jorge Luis Borges. La cofradía secreta, micronación o aventura, que nunca termina de definirse en el libro de Luis Sagasti (Bahía Blanca, 1963) bien puede vincularse con el trabajo descomunal de citas apócrifas y la construcción de un universo idealista y oculto de aquel clásico.

La originalidad de Sagasti es que en su narración el texto central está ausente. Son solo notas al pie. El crítico Gérard Genette definió las notas al pie como explicaciones o advertencias que aparecen fuera del texto para remitir a otras obras, reforzar lo argumentado, desarrollar o relativizar una afirmación, agregar consideraciones personales. El autor hace uso de todas estas funciones y las desarrolla en fragmentos de diarios, datos curiosos, citas y afirmaciones imposibles que se suceden y, de modo fragmentario, van haciendo la trama.

Dividido en seis capítulos, Leyden Ltd. está construido a partir de referencias diversas y disímiles que entremezclan hechos reales y otros más difíciles de comprobar, que abarcan desde el nazismo hasta Hugh Heffner, pasando por la marcha del aborto o imágenes de pinturas.

¿Qué es lo poco que permiten inferir las notas sin eje aparente o de muchos hilos que se bifurcan? La existencia de una suerte de cofradía llamada Leyden Ltd., a la que han pertenecido diversas personalidades (aunque nunca se puede probar por sus condiciones de secreto) y la vida de uno de sus supuestos creadores Paul Wilkes, personaje enigmático y fantasmal. Se habla de él, de sus relaciones y se comparten cartas y diarios que supuestamente escribió. "Se tiene la certeza de que por momentos los entrevistados parecen encarnar al propio Wilkes, o bien, que este es pura ficción, como si nunca hubiera existido", señala una de las notas, en uno de los tantos ecos borgeanos.

Sagasti construye un experimento literario extraño que pone en cuestión las formas tradicionales, tal como lo hizo ya en Bellas artes. También denota su erudición en la suma de referencias culturales históricas, como en Maelstrom (2015). Es tarea del lector buscar el sentido entre los fragmentos para, a modo de pesquisa, encontrarse con los restos de una obra a la que resulta difícil adjudicarle un género.