No se puede culpar a China de todos los males
China volvió a meter la cola en la política doméstica y regional. El fantasma del gigante asiático se propagó en los últimos días en el Mercosur, en la Unión Industrial Argentina, en la CGT, entre los diputados de la oposición y, por supuesto, también en las internas del Gobierno.
No hubo declaración alguna de Pekin contra la Argentina. Ni siquiera hizo falta el anuncio de una inminente visita oficial del gobierno de Xi Jinping o la apertura de una empresa china en Buenos Aires para desatar otra vez la polémica. Pero la dirigencia argentina le teme a la palabra China. Entendible. El politburó del PC chino maneja fondos millonarios y de los más frescos del planeta, las empresas estatales de Pekin prometen inversiones gigantes en la Argentina y Mauricio Macri se abrazó pragmáticamente a la ola asiática para inyectar con "lluvia de dólares" los próximos semestres.
Ayer hubo un interesante debate dialéctico entre el Gobierno, la CGT y los diputados opositores en torno a China y sus efectos colaterales. Los gremios industriales confederados junto a las Comisiones de Industria y Economía de la Cámara de Diputados colmada por mayoría de legisladores opositores se reunieron a puertas cerradas para cuestionar el acercamiento del Gobierno con Pekin. Los diputados Axel Kicillof (FPV) y José Ignacio de Mendiguren (Frente Renovador) coincidieron con el secretario de la CGT, Héctor Daer, en "los temores" de los empresarios ante una indiscriminada apertura comercial con China.
De Mendiguren sostuvo: "Por cada puesto de trabajo que exportamos a China se importan aproximadamente cuatro. En la actualidad el déficit anual de empleo en esa relación supera los 350.000 puestos de trabajo". Desde el Gobierno enviaron un mensaje inequívoco: "No habrá una apertura comercial con China ni con ningún otro país que ponga en riesgo la industria y la mano de obra de los argentinos".
Al mensaje oficial de respuesta a la CGT y la oposición le añaden datos concretos. Según la Casa Rosada, en lo que va del año las cifras de importación de productos chinos bajó un 7% respecto del año pasado. Esto explicaría la decisión de Pekin de no comprar aceite de soja argentino en los últimos siete meses. Ya cayó un 97% la venta de aceite a China y desde Pekin aseguran que esto es por las licencias no automáticas y las trabas a las importaciones que impone Buenos Aires. Esto es parte de una interna oficial: la Cancillería acusa a la Secretaría de Comercio Exterior de frenar los containers de Pekin y entorpecer la "alianza estratégica integral" que gestóCristina Kirchner con China y continuó Macri sin inmutarse.
Los gremios de la CGT, la UIA y los diputados opositores insisten en que una apertura de productos chinos golpeará a los empresarios locales. Un funcionario de la Cancillería rebate esta hipótesis: "Entre las empresas chinas que llegan al país sólo el 1% de los técnicos y gerentes provienen de Pekin. El resto es mano de obra local. También en el Gobierno destacaron que, de los 32.000 chinos que vinieron en el último año, 26.000 fueron turistas y de los otros 7000, el 99% son empresarios y técnicos que se quedan como máximo 10 días en el país".
Pero hay más pujas internas de Palacio que desata Pekin. Una dura pulseada se abre hoy entre el Ministerio de Hacienda y la Aduana por las diferencias en las cifras de la balanza comercial que hay de la Argentina con China. Desde que el presidente Xi Jinping le planteó el tema a Macri en la cumbre del G20 en Hanzough, no se resolvió el problema. China dice que el déficit comercial de la Argentina es de 3000 millones de dólares y el Gobierno asegura que son US$ 6000 millones. En el medio de esos millones de dólares de diferencia hay un agujero negro que se llama corrupción, mafias y cajas oscuras de la Aduana que vienen de muchos años. Denunciar algunas de estas cuestiones le costó el ostracismo de dos meses a Gómez Centurión en la Aduana y la detención del ex jefe de la Aduana Edgardo Paolucci.
La injerencia de China se mezcló también en el Mercosur. En la reunión de Olivos, Macri habilitó a su par de Uruguay Tabaré Vázquez a avanzar en un acuerdo unilateral de libre comercio entre el Montevideo y China. La aspiración de Tabaré era sumar al Mercosur en esa patriada. Pero hay un detalle que no se repara: Paraguay es aliado incondicional de Taiwan, que esta enfrentado con China y para permitir el deseo uruguayo habría que resquebrajar aun más el Mercosur.
Demasiados frentes internos despierta China en estas latitudes y el gigante asiático avanza sin piedad en todo el mundo con su economía todoterreno. Pero no se le puede culpar a Pekin de todos los males que padece la Argentina.