Nuestro Servicio Exterior, importantes desafíos cumplidos
Puesto que la Cancillería cuenta con excelentes profesionales, no debería abusarse de la ley que permite nombrar diplomáticos a quienes no lo son
El 1º de diciembre del año pasado, la Argentina asumió formalmente la presidencia del G-20, lo cual representa uno de los desafíos políticos y diplomáticos más importantes de la historia reciente de nuestro país. Las naciones miembros del G-20 representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y un 80% del comercio internacional. Ese foro ofrece una relevante oportunidad de dar una mirada renovada a los principales temas de la agenda global, poniendo especial atención en las prioridades y necesidades de las economías emergentes con una visión desde el sur.
La cancillería argentina también conduce y gestiona el Fondo Argentino de Cooperación Sur-Sur (FOAR), verdadero promotor e instrumento de difusión de las capacidades y potencialidades de nuestro país. Con una trayectoria de 25 años, el fondo ejecuta proyectos de cooperación técnica que buscan promover el desarrollo en terceros países mediante el intercambio de conocimientos, tecnologías y mejores prácticas desarrolladas en nuestro país. La cooperación técnica es un instrumento de gran valor para dar contenido concreto a la política exterior y construir prestigio para nuestro país a nivel global, sirviendo de plataforma para relacionarse con el mundo de una manera comprometida y responsable. En 25 años, se han movilizado gracias a esta tarea más de 6500 profesionales y expertos argentinos y extranjeros, involucrando a más de 2000 instituciones técnicas de 70 países. En la actualidad, el FOAR ejecuta proyectos en 47 países de América Latina, el Caribe, Asia y África.
La Comisión de Cascos Blancos de la Cancillería se dedica a la asistencia humanitaria, tanto internacional como dentro del territorio nacional, conducida por diplomáticos e integrada por funcionarios apoyados por un cuerpo de voluntarios dedicados a diseñar y ejecutar misiones en áreas relacionadas con las emergencias, capacitados para el abordaje integral de riesgos de desastre. Como instrumento de política exterior de la Argentina, evidencia la solidaridad y el compromiso del pueblo argentino con la comunidad internacional.
El propio Consejo Permanente de la OEA, en una reciente resolución, ha eximido a los Cascos Blancos de costos indirectos y reembolsos, y señaló que desde 1998 esta comisión, junto con la OEA, ha participado en 190 acciones de asistencia humanitaria en América Latina y el Caribe. Por su prestigio y experiencia, los Cascos Blancos argentinos son llamados a colaborar también en el interior del país con otras áreas de la estructura del Estado, con el propósito de mejorar la calidad de vida de los argentinos que más lo necesitan.
En el campo del derecho del mar, ha sido importante el trabajo realizado en pos del establecimiento del límite exterior de la plataforma continental desde 1997, cuando la interministerial Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental, presidida por la Cancillería, comenzó a funcionar. Durante casi 20 años, esta comisión ha trabajado a lo largo de distintos gobiernos con identidad de objetivos, profesionalismo y seriedad, con el propósito de rearmar nuestra presencia, preservar nuestros recursos y reafirmar nuestros derechos soberanos en una zona política, económica y estratégicamente tan importante como el Atlántico Sur. Ha representado una de las pocas políticas de Estado que, con el apoyo de técnicos especializados en hidrografía, cartografía y geología, entre otras disciplinas, permitieron que la Argentina efectuara su presentación sobre el límite de su plataforma continental el 21 de abril de 2009. Entre agosto de 2012 e igual mes de 2015, se mantuvieron 31 reuniones de trabajo con la subcomisión y finalmente el 11 de marzo de 2016 la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) adoptó las recomendaciones sobre la presentación argentina del límite exterior de la referida plataforma. Este importante logro es fruto de un arduo trabajo, comenzado en la década de 1940, en materia de derecho del mar, que fue plasmado exitosamente por nuestros diplomáticos en la negociación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, adoptada en 1982.
Otra cuestión que tiene una significativa participación de nuestros diplomáticos es la referida a la actividad antártica nacional desde 1959, cuando negociaron el Tratado Antártico, que continúa en plena vigencia y cuya secretaría ejecutiva se halla establecida en Buenos Aires. De las 13 bases antárticas que tiene nuestro país, la Cancillería, a través de su Dirección Nacional del Antártico (DNA), gestiona dos de ellas: la Base Carlini, principal usina científica de nuestro Instituto Antártico Argentino, y la Base Almirante Brown, con cerca de 200 científicos y técnicos.
Nuestro Servicio Exterior mantiene también una activa participación en los foros internacionales y regionales para garantizar la vigencia de los derechos humanos. Nuestras misiones ante esos organismos contribuyen también liderando iniciativas, en particular en materia de lucha contra la discriminación. En igual sentido, cabe mencionar el rol de nuestro país en el impulso de acciones internacionales tendientes a la abolición de la pena de muerte, la erradicación de la tortura y la prevención del genocidio y otras atrocidades.
Finalmente, podemos afirmar que los funcionarios diplomáticos argentinos conforman un cuerpo profesional eficiente, capacitado en una amplia gama de disciplinas, capaz de realizar todas las tareas y funciones que les asigna la ley, para las que fueron preparados, luego de un arduo proceso de selección, por una verdadera academia diplomática cuya primera promoción egresó en 1964. El prestigioso Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), creado por el canciller Carlos Manuel Muñiz, tras más de medio siglo de ininterrumpida actividad, cuenta ya con 50 promociones de egresados y un total de 1348 funcionarios provenientes de las más diversas carreras universitarias. Es, sin duda alguna, la única carrera profesional existente en la administración pública nacional dependiente del PEN, para conformar los cuadros de los funcionarios del Estado, a la que se ingresa con título universitario previo, por concurso público; con exámenes escritos anónimos que se toman simultáneamente en diferentes sedes universitarias del país con exigencias permanentes de capacitación a lo largo de la carrera y cuyos egresados requieren acuerdo del Senado de la Nación para ascender a los rangos superiores.
La labor de nuestros diplomáticos de carrera impacta directa y positivamente en nuestra sociedad. Lamentablemente, una ley de la cual se ha abusado permite que el Poder Ejecutivo nombre a personas que no pertenezcan al Servicio Exterior. Es mejor que los diplomáticos sean de carrera. Las aptitudes y preparación requieren un largo y riguroso entrenamiento específico que no debería saltearse tan livianamente como la política viene haciéndolo desde hace décadas.