Oscar Ghillione, un emprendedor social tras la utopía de una escuela que construya futuro
Dejó el sector privado para impulsar la ONG Enseñá por Argentina, que lleva a jóvenes talentosos a dar clases en escuelas humildes
Para Sebastián, de 17 años, ir a la escuela se parecía más a un problema que a una oportunidad. Varias materias le costaban mucho y no tenía planes de seguir estudiando cuando terminara el último año en su colegio de Las Tunas, en Pacheco, salvo trabajar para ayudar en su casa. Sí tenía un sueño, que no todos conocían: ser músico y llegar a dirigir una orquesta.
Hoy está convencido de que va a estudiar música, fue a averiguar a varios institutos de la zona, sabe que hay universidades que dan becas, que para eso tiene que subir sus notas y trabaja para lograrlo, mejoró sus habilidades de escritura y puede argumentar y debatir con sus compañeros. ¿Por qué el cambio? Él mismo le pone nombre: la influencia de Pablo Princz, su profesor de Economía Política y Sociología, recientemente graduado de Ciencia Política en la Universidad de San Andrés quien, más allá de transmitir contenidos a la clase, trabajó con todo el grupo y sus familias en motivarlos para imaginar un futuro posible y empezar a andarlo.
Dice Oscar Ghillione que podría contar decenas de historias como la de Sebastián, varias por cada uno de los 14 jóvenes profesores que este año llegaron a unos 2500 chicos de escuelas secundarias públicas y privadas con subvención estatal de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Todos pertenecen a Enseñá por Argentina, una organización que Ghillione instaló y conduce en el país, y que es la réplica local de un programa exitosísimo en los Estados Unidos ( Teach for America ), creado allí hace 22 años, por el que pasaron 25.000 participantes y que hoy está presente en 27 países, de México y la India al Líbano, Alemania y Australia.
La filosofía en todos ellos es la misma: detectar jóvenes recién egresados de sus carreras universitarias, con "talento" -léase, desempeño académico excelente, capacidad para motivar a otros y liderar equipos, con ganas de sumarse a un proyecto social-, darles formación pedagógica y comprometerlos a que trabajen como docentes en escuelas secundarias en zonas desfavorecidas durante dos años, recibiendo el mismo salario que el resto de los docentes. "La idea es que tomen dos o tres materias con el mismo grupo y que se involucren con la comunidad y las familias, para generar un vínculo con los chicos, algo que es difícil porque muchas veces su autoestima viene varias veces frustrada", dice Ghillione.
El CEO de Enseñá por Argentina cumple con todas las condiciones del "emprendedor social", ese género de impulsores de proyectos con sabor a utopía que en la Argentina tiene representantes cada vez más visibles: juventud -tiene 34 años-, formación de grado y posgrado en instituciones de elite aquí y en el exterior, una prometedora carrera en el sector privado, capacidad de entusiasmar a otros -para poner trabajo, tiempo o dinero- y la experiencia de un momento en el que el tablero de la estabilidad salta por los aires, empujado además por las posibilidades económicas construidas hasta entonces.
Potencial estratégico
Enseñá por Argentina nació formalmente en 2009. Hasta entonces, Ghillione, que está casado y tiene dos hijos, había estudiado Administración de Empresas en la UADE, tenía un MBA de la Universidad del CEMA y había hecho un posgrado de negocios en España gracias a una beca de la Fundación Carolina. Había trabajado en las áreas de finanzas de varias empresas y, para ese momento, tenía un puesto en el área de control de la empresa SAP. Unos años antes, con algunos amigos había formado la ONG Fundación Grupo San Felipe, para llevar becas de estudio a chicos de Añatuya, en Santiago del Estero, y de la villa 31, en Retiro, y desde entonces venía pensando en cómo conjugar el trabajo personal con una iniciativa social. Un amigo conoció a la fundadora de Teach for America , Wendy Kopp, en Georgetown y Ghillione no lo dudó: renunció a su empleo y se unió con tres personas más para desarrollar el plan de factibilidad de crear esa ONG en la Argentina. Firmaron un acuerdo con la red "madre" del proyecto y los primeros "profesores" empezaron a trabajar en 2011. El país parece ser un campo fértil para la propuesta: para la segunda convocatoria se recibieron 1700 postulaciones para 40 puestos.
"La situación del sistema educativo es muy compleja, pero, no importa qué diagnóstico hagamos, es fundamental tener un excelente profesor en el aula para hacer la diferencia", dice Ghillione. "Esto no es un voluntariado, ni caridad ni solidaridad. Es el trabajo full time de jóvenes con mucho potencial con chicos que necesitan con urgencia profesores dispuestos a comprometerse donde es más difícil. Ellos pueden contribuir a cambiar una trayectoria de vida".
Como suele pasar en las iniciativas que se destinan a la educación, Ghillione no presenta su trabajo como la solución iluminada, pero sí cree que la idea tiene una capacidad de movilización estratégica. "Canaliza el talento hacia la educación, revaloriza la formación docente, motiva a los docentes que están en la escuela y acerca otras experiencias al aula", enumera. "Y no sólo beneficia a los alumnos. Estamos formando jóvenes profesionales con talento. Muchos siguen enseñando, pero otros son los que van a gobernar el país, a ser emprendedores y empresarios, y haber tenido esta experiencia va a impactar en las decisiones que luego tomen en esas posiciones", dice.
A su lado, Kimberly Mitchell asiente. Ella -que participó como profesora en la experiencia de Teach for America hace 20 años- es la enviada de la red Teach for All para acompañar a la filial argentina en sus dos primeros años de vida. "Los países interesados se acercan a la red y nosotros les damos apoyo para acelerar su proceso", dice y cuenta que hoy entrar como profesor en el programa en los Estados Unidos es más difícil que hacerlo en algunos posgrados de Harvard. "Los que pasaron por allí hoy son ministros y CEO de empresas", asegura.
Enseñá por Argentina emplea a ocho personas y se sostiene con los aportes de empresas, subsidios que han concursado en el Estado y las donaciones de personas que dan dinero, tiempo y contactos. ¿Se siente parte de una generación de emprendedores con conciencia social? "No sé si somos una generación, pero sí creo que los jóvenes queremos un presente y un futuro más ambicioso que repetir lo que se viene haciendo. Hay espacio para muchísimo más, pero veo un interés por hacerse cargo, y la educación es el principal problema que tenemos."
Las relaciones con las escuelas -sobre todo cuando hay equipos directivos receptivos- son más sencillas de construir que las que se necesitan con los funcionarios para llevar adelante el proyecto, y a Ghillione -que está empezando a intentar contactos en algunas provincias- le gustaría "tener más articulación con ellos, para poder llegar a más lugares". Pero, cuando se le pregunta, a lo que verdaderamente aspira es a que su iniciativa deje de existir en 10 años, "cuando hayamos repensado las políticas para que todos los chicos tengan una educación de calidad, no importa dónde hayan nacido". Como lo hubiera dicho cualquier auténtico emprendedor social.
Quién es
Nombre y apellido: Oscar Ghillione
Edad: 34 años
- Formación en negocios
Estudió administración de empresas en la UADE, hizo un MBA en el CEMA y se especializó en negocios en España. Trabajó en varias empresas hasta 2009. - Trabajo social
En 2004 creó una ONG de proyectos educativos en zonas pobres. En 2009 instaló con tres colegas la ONG Enseñá por Argentina, parte de la red mundial Teach for all.