Pacto global ambiental
En el curso de 2000, con motivo de la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, más de 180 países -incluida la Argentina- adhirieron a la Declaración de los Objetivos del Milenio, por la cual los gobiernos se comprometen a alcanzar entre 2015 y 2025 objetivos primordiales para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas que padecen problemas de pobreza, educación, género, mortalidad infantil, salud, sustentabilidad ambiental y crecimiento de los mercados.
Cada una de las naciones firmantes deberá determinar los mecanismos apropiados para alcanzar esas metas. Por supuesto, cualquiera que fuera el camino establecido por los gobiernos, será difícil cumplir con esos propósitos si no se cuenta con el apoyo activo de las empresas y la comunidad toda.
Con este criterio, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, anunció coincidentemente en el World Economic Forum una propuesta para el sector empresarial. Se trata de un compromiso que lleva el nombre de Pacto Global ( Global Compact ) y que consta de nueve principios universales en las áreas de los derechos humanos, el ámbito laboral y la protección del medio ambiente.
La puesta en marcha de estos dos programas deberá generar la sinergia necesaria para que sus dos principales destinatarios -los gobiernos y las empresas- asuman sus responsabilidades, cada uno en el área que le corresponde, pero trabajando de consuno, con objeto final de alcanzar un desarrollo sustentable que se manifieste en una sustancial mejora en la calidad de vida de la humanidad, tanto de las generaciones actuales como de las futuras.
Naturalmente, no bastará con la participación de los destinatarios mencionados. Será imprescindible incorporar en el esfuerzo a otros actores sociales, cuyo concurso es fundamental para alcanzar el objetivo final propuesto. En efecto, si la sociedad toda no es capaz de generar un sistema de premios y castigos que aliente las buenas prácticas y desaliente las malas conductas, todo se hará más lento y dificultoso.
En el plano local, el gobierno argentino presentó en octubre de 2003, a través del presidente Néstor Kirchner, el informe de la Argentina sobre los objetivos del milenio, que resulta de hecho una ratificación del compromiso de nuestro país con ese acuerdo y, a la vez, una adecuación de sus objetivos generales a la realidad nacional.
El viernes último le tocó el turno a la comunidad empresarial radicada en el país, cuyos integrantes hicieron pública su decisión de cumplir con los nueve puntos del Pacto Global, aceptando el desafío de incorporar sus valores y principios en la visión estratégica de sus empresas.
Con la puesta en marcha de ambos programas están sentadas las bases para que el Gobierno genere el marco necesario para promover mayores inversiones, y, por otro lado, para que las empresas operen respetando los principios universales consagrados. De esa manera se promoverá realmente el crecimiento sustentable de los mercados que los argentinos queremos alcanzar.
Más allá de la formalidad de adhesión a estos compromisos, el paso que se ha dado marca el comienzo de un importante proceso gradual, que implicará arduas responsabilidades respecto de la sensibilización, el aprendizaje, la difusión y la aplicación de las buenas prácticas, así como la decisión de que las empresas sean eficientes y se sientan "socialmente responsables".
Es necesario destacar el rol desempeñado por el Consejo Empresario para el Desarrollo Sostenible (Ceads), organización que trabaja incansablemente para generar las condiciones del entorno necesarias para que el empresariado cumpla sus fines en armonía con el conjunto de la comunidad. Se trata de lograr que las empresas, a través del reconocimiento del consumidor, del accionista, de los proveedores, de las autoridades, de los medios y, en definitiva, de los distintos actores sociales afectados por la actividad económica o relacionados con ella, puedan capitalizar sus acciones en un marco adecuado de gobernabilidad económica , responsabilidad social y gestión ambiental , todo ello en el contexto de una inversión orientada a lo que se conoce como como "triple línea de base".
En estos momentos de incertidumbre y violencia, en que las instituciones políticas parecen incapaces de garantizar las condiciones necesarias para un desarrollo sustentable, el Pacto Global surge como una oportunidad que subraya las ventajas que se pueden obtener cuando los diferentes sectores sociales se asocian en la búsqueda de un futuro mejor.