Papeleras y ambiente
Por Jorge Luis Alvarez Para LA NACION
¿La próxima guerra mundial será por el medio ambiente? Puede parecer una exageración, aunque no lo es tanto si se analiza el presente y futuro del equilibrio ambiental de nuestro planeta. El límite del hombre al progreso, e incluso al crecimiento demográfico, sólo lo establece la respuesta del ambiente a la agresión que recibe. Y esto no es ya un problema local. El daño, donde sea que se produzca, se hará sentir en todo el planeta, aunque se evidencie con mayor impacto en un lugar determinado; como sucede con el agujero de la capa de ozono.
La tierra, el agua y el aire son contaminados en forma constante y creciente. ¿Quién pudo haber imaginado que el Río de la Plata, fuente, al parecer, inagotable de agua de consumo, estaría hoy tan contaminado? Mientras hay equilibrio entre la naturaleza y el hombre, las bacterias naturales oxidan los elementos orgánicos, transformando las cadenas de carbono-hidrógeno en agua (H2O) y anhídrido carbónico (CO2), haciendo uso del oxígeno que naturalmente tienen las aguas de los ríos y mares. Pero el exceso de contaminación aumenta el consumo de oxígeno y su consecuente disminución. También disminuyen las bacterias que lo necesitan para su alimentación y reproducción; y así muere lo que alguna vez fue un proceso natural de descontaminación. De hecho, la falta de oxígeno diezma también la fauna, como se evidencia con la muerte de enorme cantidad de peces, sin causa aparente.
Hoy ya se habla, quizá con un poco de fantasía, de la crisis del agua y del interés de países desarrollados en zonas del planeta con abundante agua potable.
Lo que no es una fantasía es tomar seriamente temas como el de las papeleras. La seguridad no termina simplemente con exigir una tecnología “poco contaminante” –la “contaminación cero” no existe– sino también asegurarse de que esa tecnología permita producir papel a costo competitivo. Porque sí es seguro que, tarde o temprano, más bien temprano, las papeleras producirán sin cuidar los parámetros de contaminación si el costo del proceso los saca del mercado.
La Argentina, lamentablemente, no ha demostrado la vocación de controlar los temas ambientales internos, ni en casos extremos como es el del tratamiento de los residuos patogénicos, en que se violan leyes y normas de traslado y tratamiento sin que las respectivas secretarías ambientales, sea LA NACIONal o la mayoría de las provinciales y municipales, tomen acción. Ni aun frente a denuncias y demandas concretas. Cómo imaginar que podremos hacerlo fuera del país.
Si la situación ambiental a nivel mundial es extrema, como parece, pensar en que la próxima guerra se produzca en relación con problemas de medio ambiente no es descabellado. Finalmente, se trataría de imponer reglas que permitan la supervivencia del hombre en el planeta, tema de más peso que los que desataron enfrentamientos habidos hasta el presente.
Por último, si este razonamiento tiene algo de validez, habría que comenzar a pensar en proponer la creación de un comité de seguridad ambiental en las Naciones Unidas, como lo hay hoy para prevenir los conflictos armados. Parecería que sólo en un ámbito de este tipo, temas como el que enfrentan la Argentina y Uruguay podrían tener definición y control válidos.