Paritarias devaluadas
Un remedio paliativo para combatir -a duras penas- el efecto de la inflación sobre los salarios
En el reciente discurso del 25 de mayo, la presidenta Cristina Kirchner manifestó su deseo de que con el nuevo gobierno "los dirigentes sindicales pongan la misma fuerza para sostener los aumentos y beneficios que los trabajadores argentinos lograron en estos 12 años". Comparto sinceramente su deseo, ya que considero que tanto los dirigentes sindicales como los políticos debemos esforzarnos porque el trabajo y la defensa de los derechos de los trabajadores constituyan el núcleo básico de la Argentina que se viene.
Las paritarias son, justamente, una de las más poderosas herramientas para este fin. Sin embargo, desde 2011 parecen haberse reducido a una mera discusión de números, a un remedio paliativo para combatir -a duras penas- el efecto de la inflación sobre los salarios. Con un agravante: la discusión queda atrapada por la ausencia de información de un ministro que parece olvidar o esconder los índices que él mismo usaba hasta hace poco. En este panorama, el paro se convierte en una medida inevitable. El derecho a huelga de los trabajadores puede -y debe- ser utilizado para defender sus derechos.
Las paritarias desde 2011 son un remedio paliativo para combatir -a duras penas- el efecto de la inflación sobre los salarios. En este panorama, el paro se convierte en una medida inevitable
Utilizadas en la lucha contra la devaluación del salario, las paritarias mismas se han devaluado, han perdido su verdadero y profundo valor. Debido a la sordera del Gobierno ante los reclamos del mundo laboral, lo que era una herramienta para obtener una mayor participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno ha pasado a ser el ámbito en el que se desarrolla la carrera por defender al salario de las garras de una inflación que ni siquiera es medida con precisión.
El actual funcionamiento de las paritarias nos da la pauta de la importancia que tiene la actividad política para el interés de los trabajadores. Ni la mejor negociación paritaria es capaz de hacer frente a un Estado que decide retener parte del salario con el impuesto a las ganancias y erosionar el poder adquisitivo de lo que queda en el bolsillo del trabajador con una inflación que ni siquiera es admitida. Sólo desde la política pueden lograrse los cambios que esta situación requiere. Primero, una actualización automática del mínimo no imponible para darle previsibilidad a la evolución de los salarios. Segundo, una reforma fiscal que, entre otras cosas, grave la renta financiera y al juego para que el salario deje de ser un coto de caza de la recaudación.
Todo nuestro esfuerzo debe ahora estar puesto en construir un país con trabajo digno para todos
La coyuntura nos hace perder de vista temas fundamentales para nuestro presente y nuestro futuro y que son el corazón del trabajo nacional como factor de cohesión y desarrollo de la sociedad argentina. El alto porcentaje de informalidad y precariedad laboral, así como las dificultades de muchos argentinos para acceder al primer empleo nos muestran que todavía falta mucho camino por recorrer en lo que se refiere a capacitación, inclusión social, estabilidad laboral y nuevas y mejores oportunidades para los chicos que están dando sus primeros pasos en el camino del trabajo.
Así como durante décadas hemos luchado por consolidar la democracia de la que hoy disfrutamos, todo nuestro esfuerzo debe ahora estar puesto en construir un país con trabajo digno para todos, en donde la discusión laboral garantice un salario justo, pero vaya mucho más allá en la búsqueda del bienestar laboral. La democracia sindical y el verdadero compromiso de los políticos en la defensa de los intereses de los trabajadores son las piezas fundamentales de esta tarea.
Facundo Moyano