Por la ciudad. Participar y ser escuchados
Por Norberto H. García Rozada
Abrumados por las discordias políticas entre la UCR y el Frepaso que, temen, hasta podrían llegar a tener negativa incidencia en la correcta administración de su ciudad; y, además, sin noticias concretas acerca de las reiteradas promesas de que la delincuencia será erradicada de su patria chica -la muy noble y muy leal Buenos Aires-, los Pérez prefirieron consagrarse a otros temas que también los tocan muy de cerca.
Se trata de cuestiones que también los inquietan porque aspiran a ser partícipes de su definitiva concepción dado que, están convencidos, afectarán para bien o para mal su futura calidad de vida. Los habilita a sustentar tal pretensión el artículo 63 de su Constitución local, al disponer que "La Legislatura, el Poder Ejecutivo o las Comunas pueden convocar a audiencia pública para debatir asuntos de interés general de la ciudad o zonal, la que debe realizarse con la presencia inexcusable de los funcionarios competentes. La convocatoria es obligatoria (...) antes del tratamiento legislativo de proyectos de normas de edificación, planeamiento urbano, emplazamientos industriales o comerciales, o ante modificaciones de uso o dominio de bienes públicos."
Una de sus más hondas preocupaciones es el denominado Proyecto Retiro del cual, hasta el momento, no fueron consultados.
Unánime oposición
Se ha dado por sentado que, verde más, verde menos, la actual parrilla ferroviaria de Retiro habrá de convertirse en elegantísimo conglomerado de edificios. También se sabe que la actual terminal Retiro (Mitre) será convertida en centro cultural, en tanto que los usuarios de las tres líneas que tienen sus cabeceras en la zona, serán relegados a una nueva estación, edificada hacia el interior del área en que hoy en día se levanta la vetusta y precaria estación Retiro (San Martín). Propuestas que, al parecer, darían por sentado que el transporte ferroviario de pasajeros, si no ha muerto, por lo menos agoniza.
Bien. Hay quienes se resisten a tener que admitir como a libro cerrado ese ordenamiento. Y se reunieron hace pocos días en el anexo de la Cámara de Diputados, animados del propósito de expresar, fundamentos mediante, sus opiniones respecto de esa intención de remodelar sustancialmente al objeto de sus desvelos.
Pretendían, por supuesto, que sus palabras trascendieran y llegaran a oídos de los responsables del Proyecto Retiro. No lo lograron. A pesar de que habían sido invitados, ninguno tuvo a bien concurrir. Ausencia que, a la postre, consolidó el imperio de la unanimidad: todos los oradores, sin excepción, se pronunciaron en contra del proyecto de marras según ha sido concebido.
Objeciones atendibles
Dio fe de que el tema interesa -y preocupa- la extensa lista de opinantes. Ninguno habló por hablar..., o para hacer rostro. Por ejemplo, quedaron flotando en el ambiente las reflexiones del ingeniero José Larocca, sobre el distanciamiento de las terminales ferroviarias, que las desconectará de su prima hermana, la terminal del subterráneo. Los planes de expansión del subte, advirtió, no contemplan llegar a la futura cabecera ferroviaria; ¿se podrá compensar -reflexionó- la inversión que demandará tener que reformular la traza bajo tierra para poder salvar esa omisión?
Experto en preservación del patrimonio arquitectónico, el arquitecto Fabio Grementieri apuntó al indiscutible valor que posee en ese sentido la gran terminal del antiguo Central Argentino, diseñada y construida en 1915 por profesionales británicos y testimonio del que denominó estilo eduardiano , cuya significación quedaría desmerecida, es probable, por el cambio de destino.
Ocurrente, otro conocedor de las cuestiones ferroviarias, el doctor Mario Justo López (h.) eligió asumir la investidura de Pérez, un usuario ferroviario sin prisas y curioso, para llevar de la mano al auditorio a una recorrida por la gran terminal, examinando morosa y cuidadosamente sus excepcionales características y su carácter de muestra concreta de las buenas épocas del país. Admitió que el ferrocarril ya no cuenta con las preferencias de los usuarios del transporte público; pero advirtió que esa disminución no rige para los servicios suburbanos y dudó de que la terminal sustituta pueda dar abasto para atender la previsible demanda.
Conclusión: la mayor parte de los defensores de que la gran terminal, tal vez directamente conectada con la más pequeña de trocha angosta, sobreviva en su carácter de tal, incluso absorbiendo a la línea San Martín, no oponen cerradamente al proyecto inmobiliario. Es más, no verían obstáculo alguno en que tomase, como está previsto las antiguas playas de cargas y desvíos, en tanto que la traza ferroviaria en sí podría ser rectificada aprovechando una curva preexistente.
Participación ciudadana, que le dicen. Valiosa, siempre y cuando haya quien se dignare prestarle atención.
lanacionar