Peleas en medio de la crisis energética
En los últimos días hubo cruces entre el Gobierno y los empresarios, generados por los intentos de las autoridades de culpar por la crisis energética a las empresas del sector. El ministro Julio De Vido repitió el argumento de que las petroleras no invirtieron en gas y le respondió, desmintiéndolo, un peso pesado: el presidente de Repsol YPF, Alfonso Cortina. Cuando el presidente Néstor Kirchner repitió los argumentos en respaldo del ministro que pertenece a su hermético entorno, los empresarios privados eligieron el silencio.
No parece que nadie quiera, por ahora, confrontar con el Presidente. Pero en el área de petróleo y gas, De Vido parece tener muchos enemigos que hasta ahora apenas han podido contenerse en público. Hay empresarios que se ponen furiosos con sólo comenzar a repasar el modo en que el ministro ha manejado la crisis y que lo descalifican porque, afirman, no tiene conocimientos del área energética. "Es sólo un arquitecto", lo ningunean.
También se indignan cuando reciben acusaciones de no haber explorado para tratar de descubrir nuevos yacimientos. "En el ministerio del señor De Vido hay presentados muchos planes de exploración. Una sola empresa tiene cuatro pedidos. Jamás dieron la autorización correspondiente y no se sabe a qué se deben las demoras", se indigna un productor.
En otras áreas, De Vido parece lograr mejores opiniones de algunos hombres de negocios. Pero los esquemas de economía mixta, de asociaciones entre empresas y el Estado ya pusieron sobre alerta a Ricardo López Murphy, de quien podrá decirse cualquier cosa, menos que sea un enemigo de la actividad privada. El líder de Recrear ya señaló que con esos esquemas, que el Presidente respalda sin restricciones, se corre el riesgo de dejar al Estado preso de los prestadores. "Eso ya pasó, le hizo mucho daño a la Argentina y se llamó patria contratista ¿no?", señaló el ex candidato a presidente.
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Kirchner también agitó otro frente, el de su disputa con Duhalde. Culpó a su mentor, tarde, pero con algo de razón, de haber hecho una devaluación desordenada. Eso puso en alerta a los sectores empresariales que no quieren saber nada con una eventual apreciación del peso y que, hasta ahora, han sido un apoyo para la actual administración. Para colmo de males, algunos recuerdan que Kirchner siempre tuvo una buena relación con el padre de la convertibilidad con tipo de cambio uno a uno, Domingo Cavallo, a quien nunca fustigó en público con nombre y apellido. Y es sabido que los dos mantienen abiertos canales de comunicación y que el mediterráneo hasta habría, en las sombras, colaborado para abrir a la actual administración algunas puertas en los Estados Unidos.
Kirchner, de paso, y con la crisis por la escasez de gas a la vista, se burló de los planes que tuvo el duhaldismo de convertir todo el parque de transporte público automotor de pasajeros a GNC, elaborados hace apenas un año y puesto en manos del entonces --y ahora también-- ministro Aníbal Fernández.
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Las disputas con Duhalde parecen agitar también las aguas del actual gabinete. Lavagna --un sobreviviente de la gestión duhaldista-- y De Vido se lanzan cada vez más seguido reproches públicos. "El ministro de Economía ve cómo De Vido maneja recursos fiscales para importar gas de Bolivia, subsidiar la tarifa eléctrica, importar fuel oil de Venezuela, constituir fondos fiduciaros. Al Palacio de Hacienda lo han «esmeriladoª y cada vez maneja menos cosas, eso lo pone loco a Lavagna", dijo un consultor.
Para completar el cuadro, el presidente del Banco Central, Alfonso Prat-Gay, hace cada vez más visibles sus movimientos. Marcha a Tierra del Fuego y se entrevista con las autoridades políticas, va a Washington, donde también está Lavagna, a reunirse "a solas" con Alan Greenspan. Y lo hace saber. Sería increíble que lo haga sin un guiño de la Casa Rosada, donde saben que esa independencia de movimientos encrespa más los nervios de Lavagna. Kirchner, tácitamente, presenta a Prat-Gay como un eventual reemplazo.
No es un dato menor que Kirchner haya coincidido con Prat-Gay en que la deuda debió renegociarse en 2002, cuando la Argentina tenía perspectivas mucho peores que las actuales. Es otra factura para Duhalde, que también golpea de lleno al ministro de Economía.