Pensamiento mágico
Si pudiéramos evitar el pensamiento mágico, seríamos el legendario Spock, de la serie Star Trek. O Sheldon Cooper, el querible y a la vez insoportable personaje de la serie The Big Bang Theory. Pero no podemos, y cuanto más crítica es la situación que atravesamos, con mayor facilidad caemos en ideas que parecen razonables, pero que se derivan de un sofisma. Las falacias son lo bastante abundantes –basta leer un manual de Lógica– para que todos encontremos dónde anclar nuestra esperanza o calmar nuestros temores.
El otro ingrediente para la receta nefasta del pensamiento mágico es la ignorancia, cuyos vacíos tendemos a llenar sin sonrojarnos con toda clase de invenciones cómodas, seductoras o tranquilizantes. Por Internet –aunque definitivamente no es culpa de internet– proliferaron las fake news, que ya existían, pero ahora contaban con un megáfono mucho mayor. La pandemia trajo la situación crítica y el enemigo desconocido, y no solo hubo en el mundo escasez de respiradores, camas de terapia intensiva y vacunas, sino que faltó, salvo excepciones, un discurso racional, informado y lógicamente intachable por parte de las autoridades. En una de las peores tormentas que ha padecido la civilización en 100 años, no supieron estar a la altura.