Pesaj: el camino de la libertad
En este texto que envió a LA NACION, el rabino y embajador en Israel designado por Javier Milei reflexiona sobre el sentido de la libertad en coincidencia con la Pascua Judía
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¿Cuál es una de las herramientas más potentes que tenemos como seres humanos? “La muerte y la vida están en manos de la lengua” (Proverbios 18:21).
La Hagadá relata la historia de la esclavitud en Egipto y la posterior salida hacia la libertad. Y es curioso que esa libertad no solo se piensa, sino que debe ser relatada y comunicada. Por el contrario, el símbolo de máxima esclavitud queda manifestado en el personaje del Faraón, una figura cruel y violenta que promovía la esclavitud.
Faraón en hebreo se dice Paró. Si dividiéramos esta palabra nos quedan las siguientes dos palabras: Pe-rá, que significa “boca mala”. Por otro lado, si dividimos Pesaj en dos, resulta Pe-saj: “la boca que relata”.
Cada uno tiene la capacidad de elegir de qué lado quiere estar. “La vida y la muerte puse delante de ti, la bendición y la maldición, y elegirás la vida” (Devarim 30:19).
Tremenda responsabilidad: decidir entre la vida y la muerte. Y nadie puede escapar de esta obligación. Y el mandato es determinante y claro: “elegirás la vida”.
Vivimos en un campo de batalla moral, en medio de un constante tironeo entre la vida y la muerte. Y cada uno debe tomar la elección de superarse y convertirse así en un vehículo que transmite vida, bendición y libertad.
La codicia y el poder
Esta batalla sucede no solo en un plano externo y social, sino también en un plano interno e individual. Dentro de nuestro ser luchan dos voces: la voz del ego y la envidia por un lado, y la voz de la humildad y la armonía por el otro.
“La envidia, los deseos descontrolados y el ego, sacan al hombre del mundo” (Pirké Abot 4:21).
Estas son las fuerzas negativas internas que nos esclavizan y exilian. La trampa del ego es la que enceguece al hombre y le hace perder contacto y noción de la realidad del mundo en el que vive.
De la estrechez a la amplitud
No existe peor esclavitud que la falta de conocimiento, y no existe mayor libertad que poseer conocimiento: “Si tienes conocimiento, ¿qué te falta? Si te falta conocimiento, ¿qué tienes?” (Midrash Vaikrá Rabá 1:6).
Conocimiento y sabiduría, en hebreo se dice jojmá. Si la dividimos en dos palabras nos queda coaj ma, literalmente: “fuerza del ¿qué?”. Es la capacidad de preguntarse ¿qué? De modo que la sabiduría no reside en acumular información, sino en la capacidad de poder cuestionarse y reflexionar.
Podemos concluir que el grado de libertad es proporcional al grado de conocimiento, y el grado de conocimiento es proporcional a la capacidad de preguntarse e investigar.
¿Qué fue lo primero que ocurrió cuando llegó Moisés a Egipto para anunciar y transmitir las ideas de la libertad? El pueblo no lo escuchó. Simplemente habían perdido esa capacidad de reflexión. Estaban tan hundidos en el lodo de la esclavitud que ni siquiera podían escucharlo. “Y el pueblo no escucho a Moshé, debido a su estrechez de espíritu” (Shemot 6:9).
La esclavitud interna queda definida por el nivel de estrechez personal. Egipto en hebreo se dice Mitsraim, que significa metser, literalmente: estrechez. Angostura, angustia.
La libertad es poder salir de aquella estrechez hacia una realidad de amplitud y expansión.
Conociendo al enemigo
El Faraón era un estratega experto de la esclavitud. Sabía que en el momento en que el ser humano empieza a reflexionar, llega indefectiblemente a su destino obligado: la libertad.
Todos tenemos un Faraón interno que nos llena de un inagotable y frenético trabajo. Nos aplica latigazos en nuestras espaldas para que continuemos corriendo en la vorágine diaria sin poder parar a reflexionar. Y así nos mantiene presos y hundidos en nuestro Egipto interno, nuestra estrechez espiritual que nos impide recuperar los verdaderos valores perdidos.
Y se trata de un proceso de constante liberación interna, en donde la esperanza en D’s nos mantiene libres incluso en momentos difíciles. Por eso nunca dejamos de soñar y ansiar cada año con mayor libertad. Y así concluimos nuestro relato esta noche de Pesaj con la firme determinación de que “este año somos esclavos, el año próximo seremos libres”.
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El autor es rabino y embajador en Israel
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