Pesaj y la libertad personal
El Seder de Pesaj, la ceremonia de celebración de la pascua judía, es probablemente el ritual litúrgico más antiguo entre los pueblos occidentales. Durante el mismo nos sentamos a la mesa recordando que una vez más salimos de Egipto comenzando nuestro camino de la libertad porque, como bien sabemos, somos nosotros en cada generación los que tenemos que liberarnos del Faraón.
Lo hacemos en familia, con mucha alegría, con abundante comida, cantando y, al menos en mi caso, contando historias que son protagonistas de la cena.
No obstante, y aunque claramente no estamos en Egipto y esto ya pasó hace más de tres mil años, siempre existe algún Faraón y siempre existe alguna libertad que debemos recuperar, lo que convierte a la festividad en un evento que cada año nosotros mismos debemos recrear.
Pesaj en este sentido nos confiere la singularidad de una nueva recreación cada año, ya que el Seder (orden en español), que leemos durante la cena festiva, nos propone un camino con diversas escalas, en las cuales vamos viviendo la secuencia de la libertad de quienes fuimos esclavos.
En estos días, nos espera un Pesaj distinto con familias que no podrán reunirse más que a la distancia, padres que no podrán responder en la misma mesa a sus hijos "¿por qué esta noche es distinta a las otras noches?", y también por los olores y sabores que nos son propios y que este año no podremos vivenciar, mientras el coronavirus nos somete a infinidad de preguntas con respuestas esquivas.
Pareciera que el virus y la cuarentena tendrán el efecto colateral de hacer que el encierro nos haga reflexionar, y seamos al fin mejores personas, protejamos el medio ambiente, respetemos al prójimo y terminemos con el "capitalismo salvaje" que nos quita la humanidad.
Pareciera que el tener que pasar el Seder en soledad, como nos sucede a muchos de nosotros, hará que ese efecto logre liberarnos de algo.
Me propuse cambiar la óptica esta vez y, como suele decirse, pensar fuera de la caja porque al fin y al cabo creo que ya salimos de Egipto y que estamos en el desierto, y así como los judíos transitaron 40 años por donde no había camino, nosotros estamos transitando esta cuarentena construyendo ese camino por el cual andar.
La travesía en el desierto llevó a quienes formaban parte de ese pueblo de esclavos liberados, a tener marchas y contramarchas, a cuestionar al líder, más no quedó otra opción que dejar que esa generación pereciera en el desierto y que sus hijos fueran los que pudieran conquistar aquella tierra de la leche y la miel que los esperaba.
Nuestro desierto es la incertidumbre, el no saber cómo llegaremos al final del derrotero, si la comida nos alcanzará, si seremos o no rehenes de nuestros prejuicios y si podremos sentir que una libertad incierta es mejor que una vieja esclavitud ya conocida.
Las encrucijadas de la vida, y esta es una de las más dramáticas que a esta generación le ha tocado vivir, requiere de grandes decisiones, pero las grandes decisiones no se declaman, se ejercitan con mano firme, y ya sobre el Seder de Pesaj nuestro imperativo es animarnos a tomarlas.
Las encrucijadas de la vida, y esta es una de las más dramáticas que a esta generación le ha tocado vivir, requiere de grandes decisiones, pero las grandes decisiones no se declaman, se ejercitan con mano firme, y ya sobre el Seder de Pesaj nuestro imperativo es animarnos a tomarlas
Propongo que digamos menos y hagamos más porque este desierto que es la cuarentena no resolverá nada por nosotros, ni nos hará mejores personas instantáneamente, ni nos va a liberar de nuestras obligaciones y compromisos.
Propongo no enamorarnos de los aplausos balconeros que terminarán cuando el Faraón, el virus en estos días, haya desaparecido en las aguas de Iam Suf (Mar Rojo), y muchos menos sucumbir a los agoreros que vengan a decirnos que será imposible conquistar la tierra prometida porque está habitada por gigantes, tan gigantes como nuestras excusas.
Porque podemos superar nuestras excusas.
Pesaj nos impone actuar, nos convoca a la acción por sobre el discurso, nos obliga a hacer por nosotros mismos la parte que nos toca, y rescatar apenas lleguemos a la libertad el respeto por quienes estuvieron en la primera fila en esta batalla.
Los aplausos se van a terminar cuando todo sea un mal recuerdo y sólo tendrá valor lo que decidamos hacer, la parte que nos toca, sin responsabilizar a otros por eso.
Jag Ha Pesaj casher ve Sameaj para nuestros hermanos en Medinath Israel y en todos los países de nuestra dispersión, que la fuerza los acompañe y logren superar esta circunstancia.
Jag Ha Pesaj casher ve Sameaj y felices pascuas, para esta bendita tierra argentina, que tengamos festividades agradables y que D´s ilumine a nuestro gobierno a sus dirigentes, ministros y consejeros para que con acciones, nos ayuden a dejar atrás a todos nuestros faraones.
Presidente de la Organización Sionista Argentina