Por un país sustentable
LA responsabilidad de construir una sociedad sostenible en lo político, lo social y lo económico implica, entre otras cosas, estimular el crecimiento de algunas variables como el empleo, la productividad, los salarios, el capital, el ahorro, las ganancias, la información, el conocimiento, la educación. La sola lectura de esta lista limitada muestra cuán largo es el camino que nos queda por recorrer. Un panorama tan complejo requiere medidas de fondo, obliga a decisiones concretas si se quiere sacar el país de su laberinto.
El achicamiento del sector público, una férrea disciplina fiscal, un crecimiento sostenido, una mayor productividad basada en la innovación tecnológica y un verdadero estímulo de las inversiones, el desarrollo social, el establecimiento de un diálogo entre todos los sectores, y políticas que garanticen la gobernabilidad y legitimidad en los procesos de toma de decisiones son algunas de las bases de una Argentina sostenible.
El concepto de desarrollo sostenible ha sido definido por la Comisión Mundial del Medio Ambiente como la satisfacción de "las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades". Es, desde luego, un nuevo paradigma, un nuevo lugar desde donde pensar la realidad e interpretarla. Se puede aplicar tanto a las personas, a los ciudadanos, como a las organizaciones sociales, empresariales, gubernamentales, y a la sociedad en su conjunto.
Hay un punto de partida, y es el profundo respeto por determinados valores. Entre ellos, la diversidad, ya que las situaciones e ideas diversas, la divergencia de opiniones, aseguran la estabilidad del sistema.
Otro es la complejidad, que suele producir incertidumbre pero que permite el despliegue de las capacidades creativas para resolver los problemas complejos que aquejan a nuestras sociedades.
La singularidad, por su parte, refleja las distintas necesidades y recursos con que contamos para enfrentar nuestras particulares realidades, y la posibilidad que tenemos, aun sin homogeneizarnos en el discurso, de convivir y trabajar en pos de un objetivo común, por lo que sostenibilidad implica también integración.
La igualdad de acceso a las oportunidades para todas las personas es otro de los valores clave vinculados a estos conceptos, como posibilidad real de acceso al progreso tanto en el plano político como en el económico y social, y cuyo resultado directo es la no discriminación.
Finalmente, el pilar que sustenta todos estos enunciados es el de pensar en el largo plazo, teniendo en cuenta a las generaciones futuras.
Promover, aplicar y preservar estos valores depende del compromiso, la confianza y el cuidado individual e institucional de la sociedad. Para eso hacen falta organizaciones y líderes conscientes de su responsabilidad y, fundamentalmente, la construcción de puentes entre el sector privado y el sector social, de modo de generar iniciativas que permitan la resolución concreta de problemas que afectan a personas, regiones y sectores. En vínculos de estrecha colaboración, de consulta permanente, coordinando estrategias y programando acciones cuyos impactos sean medibles, estas asociaciones pueden ser la base del país futuro y ponernos el mañana mejor un poco más cerca.
Todos los que tenemos acceso al dinero, a la educación y al bienestar tenemos la obligación de compartir una parte de estos privilegios con los que no los tienen, con los carecientes, con los que conforman el gran mapa de los excluidos. La caridad, una opción válida pero que ya se ha demostrado que no aporta soluciones efectivas, no alcanza. Del mismo modo, la solidaridad intelectual y las buenas intenciones tampoco resultan suficientes. En este tiempo, el compartir exige acciones efectivas. Brindar sostén financiero, sí, pero también tiempo, energía, ideas y conocimientos, puestos al servicio de iniciativas que nos permitan ver la efectividad de nuestra inversión y que ayuden a cambiar el mapa social de nuestro territorio.
De esta cohesión y compromiso surgirá la semilla del país que queremos. Depende hoy de nosotros y de nuestro trabajo la Argentina sostenible del futuro.
Gabriel Griffa fue director de la revista Apertura.