Diálogos globalizados. ¡Que no caiga América latina!
Por David Home
Che, Davi, la semana pasada yo estaba bastante optimista con la Bolsa porteña, pero vos apagaste mi entusiasmo. Si me hubiera largado sin hacerte caso habría ganado 11,5% contra un miserable 1,28% de suba del Dow Jones -me dijo Johnnie Mestrello desde Nueva York.
-Una semana no es un plazo suficiente como para medir el desempeño de una inversión -repliqué con voz de catedrático.
-Pero quizá suficiente como para apreciar un cambio de tendencia. Y te digo que hay varias razones importantes para que ocurra. El secretario de Hacienda de ustedes ha informado acerca del paquete financiero de 5300 millones convenido con el Banco Mundial, el BID y las AFJP. Aparte de eso está el préstamo de 2800 millones del FMI al que se puede acceder en caso de corrida, y 7000 millones más para el mismo fin provenientes del consorcio encabezado por el Chase Manhattan. Con toda esa guita ustedes pueden llegar al fin de 1999 sin necesidad de recurrir al mercado de capitales.
-Sí, de acuerdo -admití. Pero agregale las promesas de Clinton y del G-7 en la reunión de los otros días en Londres, de donde surge claramente que no van a tolerar que se geste en América latina una nueva crisis al estilo de la de Asia oriental.
-Sí, claro, ellos se dan cuenta de que la crisis se les ha aproximado al punto que la frustración al ver esfumarse la esperanza de una baja en la tasa de interés afectó a las bolsas europeas y a Wall Street con bajas más propias de América latina: París cayó 5,47%, Londres 3%, el Dow Jones 2,67%.
-Un síntoma de que las cosas allí no son todas color de rosa -dijo Johnnie-. Pero en América latina el problema está en Brasil. Cardoso finalmente aceptó recibir ayuda del FMI y están estudiando un paquete de ayuda de 20.000 palos.
-Pero no sé de dónde va a salir la mosca -dije. La Cámara de Representantes de tu país bajó de 18.000 palos a 3400 millones la contribución para aumentar el capital del FMI. Es decir, nada. Se habla de 20.000 palos sólo para Brasil, de 26.000 en total, y salen con esa ridiculez.
-Los republicanos que dominan la Cámara han querido enviar un mensaje de que Clinton no maneja más la política exterior norteamericana. Una forma de obligarlo a renunciar porque el país no puede quedar acéfalo, imaginate -dijo Johnnie con voz evidentemente preocupada.
-De todas maneras, Brasil va a necesitar un vagón de guita. Sólo el aumento de la tasa de interés al 50% sobre los 250.000 palos de la deuda interna implica incrementar el costo de servir esa deuda en $ 4000 millones. Entretanto el déficit fiscal aumentó al 7,8% del PBI. Apenas gane Cardoso la reelección va a tener que adoptar un plan de austeridad implacable para no verse obligado a devaluar. En las próximas semanas tiene vencimientos de deuda de entre 12 y 15 mil millones por semana. Una pesadilla, date cuenta -dije.
-Pero con austeridad o devaluación, en cualquier caso la economía argentina se va a ver afectada -dijo Johnnie.
-Bueno, creo que el tema ha sido muy exagerado. Como dice Vladimir Wernig, de JP Morgan, la economía argentina y su crecimiento no son fuertemente dependientes del comercio exterior. Las exportaciones sólo representan el 8% del PBI. La demanda brasileña es de menos de un tercio de esta cifra, o sea 2,4% del PBI. Además, el 27% de las exportaciones a Brasil son materias primas que se pueden vender sin problemas en otros mercados, de modo que la exposición argentina a una crisis en Brasil es en definitiva del orden del 1,7% del PBI.
-Okey, importante pero no un drama -repitió pensativo Johnnie- Aparte de que por dura que sea la recesión en Brasil, no van a cortar sus compras a cero. Pero mirá, Davi, en cuanto a mi idea de poner una puntita en la Bolsa, de lo que hablamos los otros días, mejor lo demoramos un poco más, a menos que sea realmente una puntita, viste.
-Podés comprar bonos, es lo que yo haría.
-Okey, me tiro a la pileta. Haceme comprar 50 lucardas. Con la fortaleza financiera de la Argentina no puedo perder. Y te dejo, chau, Davi.
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