Qué trajo a la ballena jorobada hasta Puerto Madero
Posiblemente, siguiendo a un barco que entraba al Dique; y no la debe haber pasado nada bien entre las paredes aceitosas del puerto
La joven ballena jorobada que llamó la atención de los porteños el lunes pasado estaba lejos de las rutas, que año tras año, las llevan desde y hacia las áreas del océano que son clave para su supervivencia. Nacer, crecer, migrar, alimentarse o aparearse es el mandato natural que deben cumplir.
A diferencia de nuestras ballenas francas australes que, en general, se trasladan entre la Península Valdés y las islas subantárticas, las ballenas jorobadas que habitan el Atlántico Sudoccidental lo hacen desde las cálidas aguas del norte de Brasil, por ejemplo, Fernando de Noronha, hacia las frías aguas antárticas. Y raramente se acercan a las costas argentinas. Su paso, todavía por precisarse con exactitud, las lleva mar adentro, tal vez siguiendo el borde de la plataforma continental.
Pero entonces, ¿qué la trajo hasta Puerto Madero? Podemos aventurar sólo posibilidades como que aún estuviera junto a su madre y que ésta, inexperta, se haya desviado de su ruta; entonces, en la confusión se hayan separaron. Que su madre haya muerto y que el juvenil no haya podido entonces seguir a otros integrantes del grupo. Que él mismo estuviera enfermo. En fin, conjeturas.
Ojalá que haya podido sobrevivir y volver al océano para que, ya en unos años y como adulto, y a través de cientos de millas de mar, deje oír sus "cantos", su llamada.
Posiblemente, siguiendo a un barco que entraba al Dique haya llegado hasta aquí; y no la debe haber pasado nada bien entre las paredes aceitosas del puerto. Estos mamíferos marinos están adaptados para las grandes extensiones oceánicas y no para el Río de la Plata (y menos para una gran pecera contaminada).
Claro que hay delfines preparados para vivir, por ejemplo, en las turbias aguas del Amazonas. El delfín casi rosado que allí habita se encuentra a la perfección en ese elemento. Nuestro visitante, en este río, ciertamente no. Ojalá que haya podido sobrevivir y volver al océano para que, ya en unos años y como adulto, y a través de cientos de millas de mar, deje oír sus "cantos", su llamada.
Quienes estudiaron a las ballenas jorobadas descubrieron que temporada tras temporada sus "melodías " van cambiando de estructura. Progresivamente se convierten en una nueva canción. Y esto es raro en la naturaleza. Las aves mantienen a través de su vida la misma estructura sonora de sus trinos. Las ballenas jorobadas no y, a decir de un investigador, sus cantos de la década del setenta se parecían a los de los ochenta tanto como Beethoven a Los Beatles. Una maravilla.
* El autor es director del Ecocentro de Puerto Madryn
Alfredo Lichter