Raro, único, bello
Krasnoyarsk, Rusia.- La escena oculta es la que interesa. ¿Un ciervo, un alce o un desconfiado lobo? No lo sabemos, pero imaginemos algún animal de los pocos que viven en estado salvaje. Es en esta estación más dura, en la que la vida humana se retira, cuando pueden merodear su mundo contraído por la civilización, ahora apenas ensanchado por los 32 grados bajo cero. Solo el par de fotógrafos, cual cazadores, irrumpen en el bosque. Pero la captura esta vez será indolora: la lente de la cámara está a la caza de esa aparición rara, única y, por eso, bella. Vivir y dejar vivir, una imagen de una experiencia escasa. En tiempos de fotografiar compulsivamente platos de comidas, objetos nuevos, aeropuertos u otros elementos que denotan estatus virtual, la tarea del fotógrafo acuclillado en la nieve se vuelve memorable. Y la foto que le toman lo enmarca como otra especie difícil de ver.