Las palabras / Por Hugo Caligaris. Represalias
"Existe la posibilidad de tomar represalias. Una medida contra Brasil tan agresiva como ésta tiene que ser respondida." (De Dilma Rousseff, candidata a la sucesión de Lula, sobre las anunciadas barreras a la importación de alimentos por parte de la Argentina.)
Para el flamante presidente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) no hay luna de miel ni romance: todavía no largó y ya se le presenta un lío de órdago entre los países que están bajo su mando y que él pretende transformar en uno solo. "Si no me dejan trabajar, si siguen con la máquina de impedir, cuando todo esto se vaya al tacho que le vayan a cantar a Magoya", razona el arquitecto de grandes paradigmas, ligeramente más colérico que siempre.
Es un caso de doble identidad, porque las piedras se las está poniendo en el camino el líder y cacique de una de las provincias que el presidente debe convertir en una sola supernación, y este cacique y líder no sólo se parece a él, se llama como él y tiene el mismo carácter podrido que él, sino que además es él. Para evitar confusiones, los llamaremos K1 y K2.
El integracionista K1 trabaja para construir la supernación continental con la que soñaron nuestros próceres. En cambio, al segregacionista K2 se le ha ocurrido nada menos que mandar a prohibir que se les compren cosas a los vecinos. Naturalmente, ahora los vecinos se han sublevado.
Dice K1: "Tenemos que hacer la patria grande con la que soñaron José de San Martín, Simón Bolívar, Manuel Belgrano y Mariano Moreno". "¡Guillermo Moreno, querrás decir!", lo interrumpe K2, y comienza entre ambos una discusión que por milagro no termina a las piñas. Mientras tanto, comienzan a amontonarse en los puestos de aduana los camiones, cargados de productos que, debido a las represalias mutuas, ya nunca llegarán a destino. Guardias armados hasta los dientes pintan con cal las líneas fronterizas. La desconfianza crece hasta límites desconocidos.
Pero K1 piensa arreglarlo todo en la próxima cumbre de la Unasur. Pronunciará un discurso que les pondrá la carne de gallina a sus colegas. "Queridos hermanos y hermanas, con todo respeto: la culpa de nuestros desencuentros la tiene el monopolio. Son todos una manga de cretinos."
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