Reseña: Asesinaron al fiscal Nisman, de Waldo Wolff y Delia Sisro
Al concluir la lectura de Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo, puede advertirse que el libro es, en esencia, una convocatoria y no solo una denuncia. Propone hacer, de la conciencia del magnicidio que retrata, el punto de partida de una reconstrucción moral de la Nación. ¿Un sueño? Tal vez, pero un sueño imprescindible. ¿Es posible revertir tamaña adversidad? ¿Obrar en consonancia con la verdad de lo ocurrido? Porque de eso se trata: de saber de una buena vez si nuestro porvenir está en manos del delito o de la justicia.
¿Insiste el libro de Waldo Wolff en lo que ya se sabe? ¿Son redundantes sus 300 páginas? De ningún modo. Donde falta luz, echa luz. Donde predominaban la conjetura y el balbuceo, le hace lugar a la fundamentación. La responsabilidad del Gobierno que pactó con Irán un acuerdo espurio, queda al desnudo en sus detalles más íntimos. En esa medida, expone a ese Gobierno como responsable del encubrimiento del peor atentado terrorista sufrido por nuestro país: el que destruyó 85 vidas cuando fue volada la sede de la AMIA, en julio de 1994.
Por todo esto y mucho más, merece que se lo lea y se lo recuerde. Lo merece mientras importe saber cómo vivimos. Quiénes son los que envilecen la Nación y quiénes se empeñan en devolverle alguna integridad republicana. Lo merece mientras se aspire a que la Argentina deje de ser guarida de la impunidad. Lo merece mientras se quiera al país nuevamente inscripto en el marco de la ley.
Más allá de las pruebas reunidas y clasificadas, tanto sobre la muerte del fiscal como sobre el memorándum firmado con Irán, Waldo Wolff supo complementar la vertiente específica de su relato con una semblanza de época esclarecedora y dramática.
Por una parte, este libro se suma a una serie de sólidos aportes sobre el tema. Por otra, se singulariza dentro de ese conjunto por la complementación que logra entre la fuerza descriptiva de los hechos que lo inspiran y su aliento vivencial, fruto certero del empleo de una primera persona contundente, en la que, como argentino y como judío, Wolff hace saber de su compromiso con la memoria de sus mayores y la trascendencia histórica que habrá de alcanzar la resolución de esta causa. Esa intensidad expresiva, lograda gracias a la colaboración literaria de Delia Sisro, es por momentos estremecedora.
"Fueron muchos los que mintieron. […] Mintieron muchas de las 19 tapas de Página 12 cuando se asociaron con lo más recalcitrante del antisemitismo argentino diciendo que la dirigencia de la comunidad judía y su intelectualidad recibían órdenes directas del mismísimo Paul Singer. Mintió Timerman a la dirigencia judía y a los familiares (del fiscal). Mintieron cuando no asumieron quiénes fueron los autores del Memorándum. Mintieron cuando dijeron que no se habían reunido en Alepo con los iraníes. Mintieron cuando trataron de ‘pseudoperiodista’ a Pepe Eliaschev. […] Mintieron, mintieron para que algo quedara. Y algo quedó: la evidencia de que habían mentido."
Así como el libro de Wolff subraya la magnitud de lo que se hizo de los principios democráticos durante la "década ganada", también destaca las formas de resistencia ante ese avasallamiento. Por una parte, la de la ciudadanía que se resistió al enmascaramiento de la verdad e hizo público su rechazo. Por otra, la de quienes, en el periodismo y la función judicial, fueron excepción y junto a unos pocos dirigentes políticos, procedieron con igual dignidad y coraje.
Recordatorio dramático de una catástrofe que compromete el sentido integro de nuestra Nación, Asesinaron al fiscal Nisman es, simultáneamente, una profunda advertencia. Con ella se nos dice que si el poder político no se vuelve a ejercer en el marco de la ley, la pendiente por la que ya ha rodado la Argentina será cada vez más pronunciada.