Rompan todo y las pasiones rockeras
Señal de época. Desde sus contenidos, las plataformas de streaming marcan agenda. Y de un tiempo a esta parte, el formato documental nos puso a debatir sobre casos policiales como la muerte del Fiscal Nisman o el asesinato de María Marta García Belsunce. Son discusiones efímeras, que se mantienen por una o dos semanas, pero donde todos parecen tener algo para decir.
Hace quince días, a partir del estreno de Rompan Todo, la historia del Rock en español dirigida por Picky Tallarico en Netflix, la discusión pasó al terreno musical. Creo que si la polémica fuera una deporte olímpico, los argentinos seríamos firmes candidatos a ganar la medalla dorada. No por nada, con casi cincuenta años en el aire, Polémica en el bar probablemente es uno de los programas más añejos de la televisión vernácula.
Resumir seis décadas de historia de un género, desde una perspectiva que excede el plano musical y que incluye una vinculación con acontecimientos como dictaduras, tragedias naturales y revueltas sociales, no es tarea sencilla. Para hacerlo, los realizadores (vale destacar el trabajo de Manuel Buscalia en la producción periodística) entrevistaron a casi 100 músicos, de Litto Nebbia a Mon Laferte, de Alex Lora a Hugo Fattoruso, de David Byrne a Julieta Venegas, de Fito Páez y Charly García a Javier Bátiz y los Café Tacvba. Para rescatar el rigor histórico, armaron un equipo de consultores con dos maestros del periodismo musical (Enrique Blanc y Claudio Kleiman) y el productor y escritor Juanjo Carmona. Realizaron un minucioso trabajo de archivo y construyeron un relato dinámico, que llevó a la serie estar entre las 10 más vistas en la plataforma a nivel local y al top 15 a nivel global. Una bestialidad.
Quizás se trate de un malentendido, pero a pesar de ser abarcartivo, Rompan Todo no tiene un afán enciclopedista. Sería ridículo. Es apenas un modo de contar la historia, donde Gustavo Santaolalla adquiere un protagonismo destacado, en parte porque es uno de los productores ejecutivos de la serie, en parte porque su visión en la producción musical lo transformó en el gurú del rock latino. Y cada artista o tema mencionado, podría tener su propio documental.Si la polémica fuera una deporte olímpico, seríamos firmes candidatos a ganar la medalla dorada
Si la polémica fuera una deporte olímpico, seríamos firmes candidatos a ganar la medalla dorada
Sin embargo, Rompan Todo recibió críticas de todo tipo: desde textos de plumas prestigiosas del periodismo cultural hasta una catarata de memes ridiculizando a Santaolalla. Hubieron planteos ridículos y reproches atendibles. También generó que mi vecina Graciela, una señora que cuida a sus nietas y nunca escuchó rock, me elogiara en el pasillo las canciones de Gustavo Cerati; y que millones de personas discutieran, de manera virtual, sobre si tal grupo es mejor que otro. De repente, se transformó en una cuestión de estado, y asomaron pulsiones casi adolescentes, que me remitieron a las discusiones estériles en tiempos del secundario entre (y con) mis compañeros como si Jimi Hendrix era mejor guitarrista que Yngwie Malmsteen, por ejemplo.
En el episodio dedicado a los 90 y el influyo de la MTV latina, que funcionó para mi como un faro subliminal, recordé canciones que forman parte de mi educación sentimental. Como el "Bolero falaz", de Aterciopelados, que fue mi puerta de entrada a la obra de Aterciopelados. No lo conocí ni por la tele, ni por la radio. Fue por una noviecita (más bien, uno de esos amores de estudiante, que de tan efímero no permitió ni un juramento, ni una traición), que me la cantó a centímetros de la comisura de mis labios. Ese "Bolero falaz" se transformó, desde entonces, en la banda sonora de esas flores (rockeras) de un día, de besos torpes y caminatas felices, de ese refugio musical que es la adolescencia. Esa canción se transformó, de aquella vez y para siempre, en lugar feliz. Por momentos como ese, ver Rompan Todo valió la pena.