Sabella tiene a Messi, Cristina a Kicillof
MADRID.- El kirchnerismo construyó su imperio capitalizando errores ajenos, pero se hunde en un mar de impericias a la hora de gestionar los propios.
Es razonable que la Presidenta se sienta "atajando penales todo el tiempo" y que perciba que el árbitro "bombea" a su gobierno, como dijo esta semana en un intento de empatizar con un pueblo hipnotizado por el Mundial de fútbol.
El fin de su ciclo político la desnaturaliza: la economía entra en recesión, el país vuelve a asomarse al abismo del default, el vicepresidente que ella eligió contra todo consejo queda a un paso del procesamiento por corrupción y los amargos esfuerzos del Gobierno por rectificar el rumbo de sus políticas le reditúan como mucho una cordial indiferencia fronteras afuera.
Cómo ver otra cosa que una mano negra si durante 10 años la economía se sometía, tan dócil, a los gritos de un secretario de Estado, si la Casa Rosada encadenaba triunfos cambiando el reglamento a mitad del partido, si los jueces cobraban todo a favor o se arriesgaban a ser suspendidos.
El caso de los holdouts es sintomático del desconcierto de Cristina ante su propia herencia. Sabía desde hace dos años o más que llegaría el momento de enfrentar una sentencia en contra y se dedicó a esperar un milagro. Cuando finalmente ocurrió mareó hasta a los jugadores propios, para seguir el paralelismo mundialista. Tuvo algo de Alejandro Sabella en esa audacia de experimentar tácticas improbables en el momento más delicado. Pero donde Sabella tiene a Messi para ilusionarse con una victoria por arte de magia, a la Presidenta le queda Axel Kicillof.
Hay que reconocerle al economista ligado a La Cámpora un esfuerzo notable a la hora de renegar de lo que postulaba su personaje público antes de ser ministro. La capacidad para desdoblar su discurso de su acción enamora al establishment y sorprende en las cancillerías extranjeras.
En España, por ejemplo, funcionarios del gobierno conservador de Mariano Rajoy y grandes empresarios con inversiones en la Argentina coinciden en que por primera vez en mucho tiempo encuentran un interlocutor que los comprende en la órbita de la Presidenta.
A Kicillof le tocó pagar y hasta ahora lo aceptó sin regatear demasiado. Repsol, los países del Club de París, los inversores que litigaban en el Ciadi? Los fondos buitre lo empujan a la negociación más difícil y peligrosa. Atribulados por las dudas, Kicillof pide en Nueva York una ayuda para evitar un default, mientras Cristina se aferra al discurso tribunero por si todo falla. Denuncia a los "árbitros que nos juegan en contra", ironiza con la crisis de los países industrializados, baja del placard épicas de otra temporada.
¿Cómo procesará el juez Griesa esa dualidad? ¿Qué pensará cuando un día le ruegan condiciones para negociar y al siguiente se desayuna con una solicitada llena de críticas contra él en The Wall Street Journal?
Si al hombre le gusta el fútbol, tal vez lo viva como los brasileños que desde hace dos semanas ven a miles de argentinos que inundan sus ciudades con un cantito en el que les refriegan un triunfo de hace 24 años en el Mundial de Italia. Son los años que pasaron desde que la selección argentina jugó su última final. Y en los que Brasil, ¡ay!, levantó dos veces la Copa.