Salvación
La imponente catedral de Lichfield, consagrada a la Virgen María, ha dejado por ahora de ser un enclave religioso donde la gente acude a rezar, a escuchar misa o simplemente a admirar su arquitectura. Su función ahora es otra muy distinta, pero no por eso menos loable. Se ha convertido en un centro de vacunación temporario adonde acuden aquellos a quienes les ha llegado el momento de recibir su dosis contra el Covid-19. Así, lo espiritual, lo místico, ha cedido su lugar a lo terrenal, a lo práctico, a lo científico. Sin embargo, a pesar de la transformación, hay una función que sigue cumpliendo. Continúa brindando la posibilidad del pedido o de la búsqueda de la salvación: ya no tal vez como ese supremo bien que la religión ofrece a quienes creen en ella, sino como solución de un problema grave o la liberación de una amenaza. En cualquiera de sus variantes, siempre es bienvenida la redención.