La relación entre Francia e Italia
El viceprimer ministro italiano, Luigi Di Maio, se reunió con un grupo de "chalecos amarillos" en territorio francés. Ello derivó en una crisis profunda entre los dos países. Sumó un condimento de peso a esa situación una carta abierta publicada en un importante diario galo, en la que el dirigente italiano del Movimiento Cinco Estrellas, autodefinido contrario al sistema político tradicional, acusa de manera agresiva y genérica a todos los políticos franceses de haber "empobrecido a sus conciudadanos, reduciendo drásticamente su poder adquisitivo".
El gobierno francés consideró aquel encuentro como una provocación, particularmente porque el funcionario italiano se reunió, en París, con uno de los más notorios portavoces de los "chalecos amarillos", para tratar de conciliar la estrategia pordesarrollarse en las elecciones europeas de mayo venidero. Ante lo sucedido, Francia llamó a su embajador en Roma.
La ministra francesa de Relaciones Europeas calificó la reunión del viceprimer ministro de "injerencia no deseada" y de "gesto inamistoso". El cruce de opiniones entre ambos países había comenzado ya en marzo del año pasado, a partir de que Italia eligió un gobierno de extrema derecha.
Por su parte, Di Magio respondió a las críticas con una ratificación de su encuentro con los "chalecos amarillos", con quienes dijo que compartió "reivindicaciones", si bien ha tendido la mano a la reanudación del diálogo con Francia.
El llamado a consultas del embajador francés en Roma, Christian Masset, evidencia la tirantez de la relación bilateral y fue calificado por la Cancillería francesa como parte de "ataques sin fundamento y de declaraciones indignantes del gobierno italiano". Confirma también que el diálogo entre los gobiernos de ambos países atraviesa por una etapa difícil, de notoria falta de confianza y con exceso de agresividad.
Para el andar conjunto de la Unión Europea, lo sucedido es no solo sorpresivo sino también, y sobre todo, preocupante.