Semana 19 de 2003
Sacudidos por Irak, ballottage y neumonía desatendemos el arribo del único colega de Shakespeare salido de la ciencia: el Genoma. Su Libro de la Vida supera en imaginación a la Biblia. Su versículo primero pone la piel de gallina. De sopetón anuncia que somos un bicho escrito por 3 mil millones de letras echadas al azar de una mágica imprenta. Ellas diseñan el personaje que somos y nos empujan a vivir un argumento. 3 mil millones de chips que alimentan nuestra batería original. Color de ojos, propensión a tener caspa o sabañones, ser bueno o imbécil, trucho o genuino, avaro a los 25 o romántico a los 88. Dar con la tipografía del alfabeto genético es (seguro) la noticia más grande del mundo. Pero por ahora la eclipsa el esguince del arquero suplente de Chacarita. No importa. Hay que batir el parche. Atención con el Genoma. Provee de razón y sinrazón al mundo pero quizá su última letra traiga la felicidad. Sus hélices (pareja mediante) alumbran la historia. Hacen que a una generación la siga otra. Un sucederse lúdico que espanta al más pensado y fascina al más perplejo. Desde antes de Hamlet era inquietud de cualquier campesino saber por qué se nacía ornitorrinco, maricón o repollo. Y es esto lo que parece viene a develarnos el escritor Genoma. Tenerlo a mano nos enfrenta a la conferencia de prensa más esperada de la historia. No para preguntarle de qué vamos a enfermar sino quién fue el que nos metió en ésta. Y para averiguar, también, si hubo corrupción en el infinito reparto de destinos que va desde el Cromagnon hasta acá. Porque lo cierto es que la vida parece provenir más del capricho de Lotería y Casinos que de una justa creación universal. ¿A quien achacar la falta de control de calidad? ¿Y la suma de siglos reciclando iguales fallas con fábulas cambiadas? Es de aplaudir arribo de libro tan célebre. Pero sin ser cholulos. No sea que resulte un Darwin aggiornado (tipo tecno). Gusano, mojarrita, rábano, está bien. Pero urge descifrar al animal más triste. Al único que tiene claro que la ley del más fuerte no es ley sino infierno. ¿Cómo que puede ser inteligente la cabeza de una bomba y no la de quienes gobiernan el planeta del Arbol de la Vida? ¿Cómo que no podemos llegar al homo dignus? La especie aguarda las respuestas del Genoma.
Y nosotros, la del ballottage : únicamente los votos mejoran la genética de un país. Deprime ver papanatas repitiendo boquiabiertos por tevé sandeces de un tío en tobogán. Familia de cromosomas al borde de su crisis. Pierri acusando a Patti de tener pasado nefasto. Mera Figueroa, a Mouriño de haberse birlado el dinero del pago a los fiscales. Melconián y De Narváez no pudiendo contener la risa en televisión ante bloopers ideológicos del líder que los trajo de repuesto. Falta sólo una semana y el "mal mayor" está que trina. (Lo más peligroso del dragón es la cola, dicen los chinos). El "mal menor", en tanto, da primeros pasos flanqueado por chaperones puestos por "la casa". Excursiónes a Brasil y a Chile. Escasa exposición pública. Dejad que los periodistas se alejen de mí. "60 a 30", aproxima alguna encuesta. Ni guiña ni sonríe ni farandulea. El candidato posta va al encuentro de su destino sudamericano. Tendrá delante al bulldog, al zorro, al lobizón y a la pantera (Mejor será que se encomiende a Greenpeace).
Del folklore: 1) Rodríguez Saá no se entrega y clama fraude (¿en Necochea?); 2) herido por la avispa del ego, López Murphy ríe forzado, mariposea en televisión y coincide con Luis Zamora: vota en blanco; 3) Lavagna lleva el crecimiento al 4% y baja la inflación; 4) la ley se desperezó y alcanzó al padre Grassi: habrá juicio oral; 5) lo único comprobado del caso García Belsunce es que hubo crimen y un gol (de Independiente, en el minuto 32).
Al país lo tiene sin cuidado el ballottage : ya fue. Le duele Santa Fe: 24 muertos y 600 desaparecidos. Y se contagia de solidaridad: 37 actos de ayuda personal por damnificado. Sorpresas que da el genoma.
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