Semana 36 de 2003
Por Esteban Peicovich
O nos ponemos a esperar un mesías o salimos a buscar un relojero. Hay datos (tan evidentes como los que envuelven la galaxia García Belsunce) de que la historia, desde hace un tiempo, gira a lo loco. No es que haya sido cuerda alguna vez: pero ahora se emperró. Una cosa es atravesar sus variables y otra soportar su repetición. Una mínima investigación del inmediato ayer da como seguro que ella trastabilló en el pasaje del siglo 20 al 21. Allí fue cuando las agujas se torcieron y lo peor nuestro quedó atascado en la cinta sin fin. Nos asustamos, apareció el Gran Punguista y aprovechó. Envolvió al mundo con orquestado relumbrón de anuncios, nos metió mano en el cerebro y arrebató el cotidiano diccionario en uso. Atraídos por la pirotecnia (caída del muro, meneo del Titanic, rescate de Nostradamus, colapso informático, fin del mundo, etc.), le fue fácil al gran virus chupóptero alterar la salud de las palabras del mundo y apagar su sentido. Inglés, mandarín, indi, castellano o francés están sonando en hueco filtrados por el vesre , las siglas y los mensajes cambiados. La novísima gramática de drácula impuso la sintaxis del autismo global: cuasi humanoides, parloteamos aquella antigua fonética que no alcanza a enhebrar sentido. ¿Significan democracia, paz, ayuda o libertad lo que sus signos y letras recuerdan? ¿Qué genuino mensaje se desprende de "daños colaterales", "hoja de ruta", "institucionalizar a Irak", "países en estado de desarrollo", "nutrientes faltantes", "farmacopea mundial" o "efecto invernadero"? La razón hace cabriolas para volver a la lógica perdida. Consuela la paradoja (a Marte lo recibimos como si fuera planeta de recambio). Dormimos fetalmente. Vivimos en cuclillas. Acuciamos al yo a volver a la pasable ópera de los días en que fuimos felices. Rastreamos evangelio en radio, periódico, tevé. Y nada: minga de sentido. "Dos más dos a veces son cinco", decía Dostoievsky (ya consiguió desplazar al cuatro). Hay salida. Vivir en el jardín de las preguntas que no cesan. Entregarse a la flor del por qué. De sus pétalos están hechas las bocas de los niños.
Tras hora de cinta diaria K. se entrena para huir de cuidadores y construir poder. Pero atención, avisen: no es a él a quien cuidan sino a nosotros. Mandatario es aquél que recibe de sus mandantes un mandato, no aquél que lo encuentra en un repollo. Y urge asegurarlo/nos. En tribu con genética tendencia al cholulismo el culto a la personalidad es buena inversión (pero es que corren tiempos chapitas, su excelencia). Septiembre viene áspero. Quedó atrás la laguna dorada de los Cien Días y amenaza selva. Hay que cumplir con la tríada de plata: verdad, justicia, distribución. Se la bocina en los palcos pero en la calle sigue coja. Las encuestas lo cantan. La primavera asoma histérica: perdido Río Negro, amenaza Santa Fe, tranquiliza Buenos Aires, inquieta Capital, y hay más. Sobrevuela el cuervo del Fondo y medio millón de acreedores europeos afinan caninos para ultimar despojos. Paisaje desolador: soga, verdugo y nosotros. Leen los cargos: al 31 de diciembre, deuda pública en default (109.701 millones dls.) y "no default" (75.234 millones dls.). Lavagna, el Agil, tramita telegrama de conmutación. La Rosada juega su Gran Espartaco pero (Scioli no mintió) pagará 2900 millones dls., aumentará tarifas, muñequeará superávit 2004. Es eso, o mirar crecer las margaritas (pero desde abajo).
Centellas: 1) en Salta legislan mantener continuidad feudal; 2) "Sin Kirchner se podrá ganar. Sin Duhalde, no" (Solá); 3) Un furtivo produjo leve quórum al okupar escaño y ser registrado por el sensor como "senador sentado"; 4) Bianchi aleccionó a 1140 empresarios que ignoran que no es el fútbol, que "es la economía"; 5) en Jujuy un intendente desafió a un diputado a disputar ideas en cuatro rounds con guantes de nueve onzas y bolsa para hospital de Niños (queda tiempo para invitar al dúo de plomo Macri-Ibarra a sacrificarse al menos por el Garrahan).
Dispuestos a esperar el Apocalipsis sentados, los japoneses mejoran la calidad de sus inodoros. El último se llama "La bella taza". Cuesta 1100 dólares y es inteligente, plegable y portátil. En la Argentina no se consigue.
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