Una tormenta salvadora para los paulistas en tiempos de sequía
RÍO DE JANEIRO.- Pocas veces la lluvia durante el Carnaval fue tan celebrada como este año, cuando el sudeste de Brasil enfrenta la peor sequía en un siglo. Cuando el gobernador del estado de San Pablo, Geraldo Alckmin, ya se preparaba para poner en marcha un draconiano sistema de racionamiento de agua para el área metropolitana de San Pablo -dos días con suministro, cinco días sin él-, las fuertes precipitaciones de las últimas semanas dieron un respiro a la población de la mayor ciudad de América latina.
El sistema de embalses de Cantareira, que abastece a San Pablo, volvió a llenarse al nivel que tenía en noviembre, con el 9,5% de su capacidad total. Aun así, la situación es considerada grave, y para que no haya racionamiento en los próximos meses, el volumen debería alcanzar el 20% de ahora hasta fines de marzo, cuando termina la temporada de lluvias. El agua caída en los primeros 15 días de febrero ya superó el promedio histórico de precipitaciones para todo el mes, por lo que hay esperanzas de que no haya necesidad de tomar medidas de urgencia.
Mientras tanto, los paulistas continúan ahorrando agua de todas las maneras posibles y, en los barrios más altos de la ciudad, siguen los problemas por la falta de presión en las canillas.