Editorial II. Siria, complicada por un crimen
Las conclusiones de la investigación dispuesta por las Naciones Unidas (ONU) sobre el asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri, a cargo del fiscal alemán Detlev Mehlis, son sumamente preocupantes. Tanto, que el mandato conferido por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, al fiscal se extenderá hasta el 15 de diciembre próximo.
Las gravísimas sospechas, pese a que el informe final no contiene nombres, apuntan al propio cuñado del presidente sirio, Bashar al-Assad. Es decir, a lo más alto del régimen.
Para el autoritario gobierno sirio -al que, por lo demás, buena parte de la comunidad internacional responsabiliza por facilitar el andar de los insurgentes iraquíes-, el resultado de esa investigación puede terminar siendo un factor desestabilizador.
Según el informe de Mehlis, el asesinato de Hariri y de las 22 personas que integraban la caravana que lo acompañaba en el momento del atentado, "no pudo haberse realizado sin la aprobación de altos funcionarios de las instituciones sirias de seguridad y haberse organizado sin la cooperación de sus contrapartes en las fuerzas libanesas de seguridad".
Se deja, además, expresa constancia del vergonzoso intento del canciller de Siria, Farouk Charaa, de tratar de confundir a los investigadores de la ONU, que es ciertamente inaceptable para la comunidad internacional.
El contenido del informe no sólo complica a Siria, cuyo ministro del Interior, Ghazi Kankan, luego de ser interrogado por Mehlis, aparentemente se suicidó, sino también al Líbano, donde el régimen pro sirio del presidente Emile Lahoud ha quedado en una situación de tanta fragilidad e inestabilidad que se teme por su continuidad. Cuatro de sus más altos funcionarios de seguridad ya están presos por su participación en el asesinato de Hariri, luego de que éste fue expresamente amenazado de muerte por altos funcionarios sirios.
El tema está ahora en el Consejo de Seguridad, ante el cual Mehlis ampliará la información contenida en su informe escrito. Para ese organismo se abrió una opción: presionar a Siria por la vía de la negociación o imponer sanciones diplomáticas y económicas al debilitado régimen de Bashar al-Assad, de modo de poner fin a su constante intervención en el Líbano, que lo vincula con Irán y las actividades de Hezbollah. El proyecto de resolución del Consejo de Seguridad utilizó la primera alternativa, aunque se advierte que recurrir a la segunda opción -las sanciones- será inevitable si Siria no coopera con la ONU en la investigación en curso.
El informe de Mehlis ha puesto a todo Medio Oriente en una situación más complicada, porque no sólo deja al descubierto la inaceptable y permanente interferencia siria en los asuntos internos del Líbano, sino también la extrema brutalidad que lo caracteriza.
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