LAS PALABRAS. Taquígrafos
-Este Senado no es el mismo desde que aprobaron a los senadores truchos.
-Los taquígrafos van a sacar la palabra truchos. No corresponde.
(Escena en la Cámara alta entre el radical José Genoud y Eduardo Menem, a cargo de la presidencia.)
* * *
Sabemos que los buzos, los técnicos en explosivos y los camareros del Titanic son trabajadores de alto riesgo. Pero nadie se acuerda de los taquígrafos del Senado. Ellos están expuestos a peligros mayores, y poco se conoce de sus condiciones laborales. ¿Recibirán asistencia psicológica, serán instruidos para maniobrar con términos detonantes? ¿Les enseñarán a respirar bajo el agua? Sin saber cuánto ganan, humildemente sugerimos que les cuadrupliquen el sueldo.
* * *
Los taquígrafos llevan la parte más pesada. Mientras que nosotros, benditos, vemos las sesiones a ritmo de zapping, ellos deben sufrirlas en toda su extensión. No sólo eso: además deben copiarlas, haciendo ejercicio de su magnífico arte. Y, como si fuera poco, son conminados a omitir lo más sabroso del debate. A pesar de su alta calificación, se los trata como a empleados de mantenimiento a los que se indica que barran más bajo las bancas porque todavía ha quedado basura en el piso.
* * *
¿Nadie percibe, acaso, que esa contaminación tiene efecto residual? Dentro de un par de décadas, los legisladores compartirán reuniones de tercera edad y -puesto que su memoria es frágil- recordarán las sesiones de 1998 como si hubieran sido bellas. Mucho después, los taquígrafos mantendrán su lucidez, y una noche del 2045 se despertarán sobresaltados, con la frente húmeda, y murmurarán, aún desconcertados: "¿Eran o no eran truchos?"
lanacionar