Testigo silencioso
Los orígenes de la Abadía de Westminster se hunden 1000 años en el pasado, y en esa enormidad de tiempo vio muchas catástrofes. Algunas todavía hoy inspiran espanto: la Peste Negra, en el siglo XXIV, y la Gran Plaga de Londres, en el siglo XVII, que le quitó la vida al 15% de la población y que, en 1666, tuvo un final no menos horroroso, con un incendio que duró cuatro días y destruyó casi toda la ciudad. También pasó por la pandemia de 1918, tras la Primera Guerra Mundial, y por los bombardeos nazis, durante los que solo sufrió daños menores. Pero apenas pueden sospecharse los rumores de tanto sufrimiento en el silencioso Rincón de los Poetas que se ve en la foto, donde yace Chaucer, y donde ayer, ante una maquinaria que habría sido mágica 1000 años atrás, un miembro del personal de salud esperaba a los ingleses que iban a vacunarse en la abadía contra un nuevo enemigo, el Covid-19.