Tiempo de espera
Waveland, Mississippi.- Al filo. La tormenta al frente, en tranquilo proceso de comerse el horizonte. El mar expectante, apenas erizado; cautamente alerta. Y la pareja. Más que nadar, parecen estar a la espera. Como saboreando un instante de tiempo detenido: un segundo, dos, tres más, hasta que el cielo se quiebre, el viento arrecie, el agua estalle. Son dos los que aguardan, pero una la que observa. Basta mirarla: está de espaldas, medio cuerpo sumergido, el rostro vuelto de lleno hacia la masa oscura que, quizás, le devuelva la gentileza.La tormenta tropical Gordon se toma su tiempo y crece, gris y plomo, sobre el mar. La bañista, en un gesto que a la distancia se intuye impasible, aguarda. Quizás así ocurra tantas, pero tantas veces. Las catástrofes se maceran, lentas y a gusto. Y uno las observa con algo de fascinación incrédula, engolosinado. Con ganas de detener el tiempo.