Tiempo
HONG KONG.- ¿Quién no se ha sentido conmovido al mirar (o aun tocar) la piedra de un tiempo inmemorial? En esas piezas arquitectónicas, sean los pequeños vestigios o los grandes monumentos, está la memoria estremecedora del pasado. Esos testimonios, que con una punzada en el corazón vemos en iglesias y edificios de ciudades antiguas, en plazas y piezas artísticas, en casas privadas y museos, vestigios de aquello que ha sobrevivido al tiempo y el olvido, transmiten con fuerza la idea de lo ancestral: somos herederos de lo pretérito y remoto. Los dos turistas que se asoman a la escalera caracolada de Victoria Prison, el edificio que desde su creación, en 1841, albergó a inmigrantes ilegales y a refugiados vietnamitas en Hong Kong, se abisman en ese pasado con sus teléfonos celulares. Presente puro, el triunfo del instante, contraste entre la historia y el ahora, que en el porvenir será recuerdo.