Todo en París
Mayo en París. Y no se necesita mucho más para ser feliz. Pregúntenle, si no, a Lela, la abuela de Marco Trungelliti, el tenista santiagueño que aprovechó la chance impensada de jugar Roland Garros. Ayer, tras manejar mil kilómetros desde Barcelona, jugó y ganó. Lela, la abuela del tenista, fue espectadora privilegiada en una ciudad que había visitado dos décadas atrás. Coincidió, sin saberlo, con otra nonna ilustre de la historia del tenis, Olga, la abuela del sorprendente Gustavo Kuerten. Sí, todo es posible en París, como recordaba ayer Jairo durante una entrevista que el programa de radio Perros de la calle le hizo en la capital francesa. Jairo, que se hizo muy amigo de Astor Piazzolla en el compartido exilio francés, desempolvó una deliciosa historia: la sociedad del tanguero con Jorge Luis Borges. Preocupadísimo el escritor por facilitar el trabajo de quien debía musicalizar sus textos, llamaba insistentemente por teléfono a su casa para asegurarse de que todo estuviera bien. Hasta que, en una conversación, le recriminó a Piazzolla que no supiera lo que era una sinalefa, y el músico le preguntó si sabía lo que era una "nota de paso". "No", admitió Borges. Piazzolla, que no era precisamente un dulce, no perdonó: "Uno a uno".