LAS PALABRAS. Trueque
"Tenemos unas 300 familias incorporadas al Club del Trueque y, ante una propuesta de abonar con certificados las deudas municipales, consideramos lógico atender el pedido, porque la Municipalidad no puede ser una isla dentro de la sociedad y debe participar en toda iniciativa que signifique reactivar el mercado."
(Del intendente de Calchaquí, Santa Fe, Angel Miguel Milessi)
¿Cuánto vale, exactamente, un peso? Hasta hace diez años, ésta era la pregunta del millón en la Argentina. La gente pasaba sus noches en vela, sin poder reprimir la ansiedad de comprobar, en el diario de la mañana siguiente, que la paridad seguía intacta. Los felices contemporáneos de hoy no tienen esa angustia, porque el peso está en vías de extinción y su cotización es una cuestión teórica que no interesa a nadie. La mayoría no ha visto un peso en los últimos tiempos, y los pocos que los tienen los atesoran con una codicia a tal punto enfermiza que obligó al presidente de la Nación a formular públicamente a la ciudadanía un pedido que tal vez no haya hecho ninguno de sus predecesores: "Pónganse las pilas y gasten más..."
Los del Club del Trueque lo están haciendo, como los habitantes de las provincias que están efectuando espléndidas compras con sus patacones, otros bonos de diversa denominación y toda clase de papelitos de colores. Mientras el país satisface su saludable sed de consumo con este tipo de, por llamarlos de alguna manera, valores, políticos y economistas de incuestionable seriedad nos advierten que las dificultades presentes serían moco de pavo comparadas con las que sobrevendrían si el peso, esa ilusión, dejara alguna vez de empatar uno a uno.
Contradictoriamente, los defensores del peso planean en secreto la dolarización, es decir, su desaparición definitiva. Esto nos pone en una encrucijada: ya no estamos entre Pampa y la vía, sino entre el dólar y los certificados de trueque de Calchaquí. Respecto de estos últimos, se sabe que en secreto existen negociaciones para que los acepten inclusive nuestros acongojados acreedores del exterior. De conseguirlo (algo es mejor que nada), es posible que el intendente Milessi pueda reclamar, como pionero, el agradecimiento y el tributo de las generaciones venideras. Esperamos que acepte bonos a manera de recompensa.
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