Una nueva ronda de conversaciones sobre comercio global. Un abismo entre ricos y pobres
Por Joseph Kahn The New York Times
WASHINGTON
A pocos días de la reunión de Doha (Qatar), donde los ministros de Comercio intentarán fijar la agenda para un acuerdo comercial mundial, las acciones emprendidas por los Estados Unidos a raíz de los ataques terroristas parecen haber ensanchado la brecha entre países ricos y países pobres. Algunos negociadores piensan que la reunión podría convertirse en otra víctima de la guerra.
El forcejeo del gobierno de Bush con Bayer A.G., a la que obligó a rebajar considerablemente el precio del Cipro, su droga contra el ántrax, animó a los países en desarrollo a insistir en que se otorgue una amplia exención a las normas de patentes internacionales para otros fármacos (por ejemplo, los que mantienen con vida a las víctimas del sida) por razones de "salud pública".
Por otro lado, India, Nigeria y muchas otras naciones sostienen que si los Estados Unidos pueden conceder derechos comerciales especiales a la industria textil y de indumentaria de Paquistán, para ayudar a un aliado de primera línea, deberían reducir las barreras impuestas a los productos textiles de todos los países pobres.
Las disputas acerca de las patentes y los cupos textiles ya llevan varios años, pero las exigencias de la lucha conta el terrorismo las han puesto en primer plano. Además, han suscitado un encendido debate en Ginebra, donde los negociadores de 142 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) tenían esperanzas de reducir sus diferencias antes de la reunión.
Este atolladero de última hora plantea la posibilidad de que los ministros converjan en Qatar sólo para que las conversaciones colapsen, como ocurrió en Seattle hace dos años. Aun así, funcionarios de Washington dicen confiar en el éxito de las conversaciones, en el sentido de que los ministros acuerden iniciar otra ronda de negociaciones, que duraría varios años, para eliminar las barreras y unificar las normas del comercio mundial.
Sin embargo, podría afirmarse que hoy los riesgos son mayores que en Seattle. Las principales naciones industriales experimentan un raro bajón simultáneo. Por primera vez en dos décadas, los flujos del comercio global están menguando.
Además, algunos analistas ponen en duda el futuro de la OMC si vuelve a fracasar, desde el vamos, en su segundo intento de impulsar las conversaciones sobre comercio global. (La OMC se fundó en 1995 para fomentar el comercio y resolver las disputas con mayor autoridad que su antecesor, el GATT.) Robert B. Zoellick, representante comercial de los Estados Unidos, ha señalado la urgente prioridad de liberalizar el comercio para que las naciones no tengan una excusa para volver al proteccionismo. "La reunión en Doha tiene que volver a encarrilar la OMC", expresó.
Como cualquier negociación comercial, las conversaciones dependerán de que diferentes disputas puedan resolverse bajo un mismo paraguas. Estados Unidos asigna máxima prioridad a la supresión de las barreras comerciales para los productos agrícolas, mientras que limitar la aplicación de normas antidumping para bloquear las importaciones baratas es, hoy por hoy, un importante motivo de preocupación para Japón y muchas naciones en desarrollo. Ambas cuestiones resultan particularmente difíciles de resolver.
Tácticas intimidatorias
Al mismo tiempo, aumentan las tensiones entre ricos y pobres. Una coalición liderada por Brasil e India pide una reforma de las normas comerciales que autorice específicamente a las naciones a no respetar las patentes y ahorrar fondos (por ejemplo, en drogas contra el sida o la malaria) cuando enfrenten agudas crisis de salud. Sostienen que, a menudo, los países pobres no pueden costear una medicina que resulta vital y las naciones industriales pretenden castigarlos si compran o fabrican versiones más baratas de las drogas.
Paulo Teixeira, director del programa brasileño contra el sida, comentó a la prensa que los esfuerzos de Estados Unidos para reducir el precio del cipro, con la amenaza de violar la patente de Bayer, son una imitación de las tácticas intimidatorias usadas por Brasil. En una ocasión, Washington amenazó con denunciar a Brasil ante la OMC en nombre de la industria farmacéutica norteamericana. "Están haciendo exactamente lo mismo -dijo-. No es coherente que se opongan a convertirlo en una alternativa en el nivel mundial."
Tal argumento se ha topado con la rígida oposición de los delegados suizos, canadienses, japoneses y norteamericanos, que pugnan por proteger la propiedad intelectual. Ambos bandos aún están muy distanciados.
Zoellick es partidario de que se dé más tiempo a los países en desarrollo para ajustarse a las normas de propiedad intelectual, pero el gobierno de George W. Bush se opone de plano a reformar las normas. Según él, Brasil e India -que fabrican versiones genéricas de fármacos importantes- han usado la reacción norteamericana frente al terrorismo como una excusa para aumentar sus ventas. "Quieren recibir una orden de excarcelación amplia cada vez que se habla de salud pública", comenta un funcionario comercial norteamericano.
Las disputas sobre productos textiles también se han agudizado después del 11 de septiembre. Los países en desarrollo han sostenido, por años, que las naciones industrializadas, en especial los Estados Unidos, no quieren abrir las puertas a sus tejidos e indumentaria, que, junto con los productos agrícolas, son las principales exportaciones de muchos países pobres.
Cuando el gobierno de Bush planteó la posibilidad de reducir las tarifas o aumentar los cupos a los tejidos paquistaníes, esta concesión a un aliado de guerra retumbó en Ginebra, donde los negociadores norteamericanos vienen luchando por preservar el derecho a amparar a su propia industria textil, políticamente poderosa.
Los países en desarrollo dicen que no transarán en ningún otro punto, hasta que no vean más muestras de que se están eliminando las barreras al comercio textil. Este jueves, la delegación nigeriana declaró que las negociaciones "carecen de contenido en cuanto a los temas que interesan a los países en desarrollo".
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
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