Un año después en el país de las maravillas
Hace un año llevábamos doce días mirando el mundo desde la ventana. Una dicotomía exitosa se había impuesto. Sin matices. Sin lugar para la duda. A veces, dudar es traicionar (a la patria). Ya había ocurrido 38 años antes. La salud nunca podía perder con la economía (siempre que pudieran escindirse). Silencio en las calles. Apenas alterado por una reunión de vecinos (a distancia) que aplaudían cada noche con esperanzada ritualidad. Un año después calles, plazas, rutas, playas recuperaron movimientos, sonidos, colores. Aunque cada día hay 100 veces más contagios que entonces y la cifra de muertes hay que multiplicarla por 20 para llegar al total de 56.000 víctimas.
La cuarentena más larga del mundo desafió la razón y los términos del dilema. ¿Qué salud? ¿Qué economía? Lógica del presente eterno. En Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll pregunta: “¿Cuánto es para siempre?”, y responde: “A veces, solo un segundo”. No hablaba de la fugacidad argentina. Donde también vale invertida: “¿Cuánto es un segundo?”. “A veces, es para siempre”. El país de las maravillas.