Un discurso de batalla con dos sorpresas
El discurso con el cual la presidenta Cristina Kirchner abrió las sesiones ordinarias del Congreso es un mensaje de batalla política.
Como discurso de batalla política parece más destinado a reforzar la adhesión de sus militantes, simpatizantes y votantes que a captar a quienes no lo son
Parece haber recopilado en los últimos días las críticas que recibió el Gobierno y haberlas refutado una por una: desde las recibidas por la política ferroviaria a raíz de la tragedia de Once hasta las referidas al déficit y la gestión de Aerolíneas Argentinas, pasando por la política energética y la restricción a las importaciones. También esgrimió una respuesta a las argumentaciones con las cuales el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, rechazó ayer la transferencia subte.
Como discurso de batalla política parece más destinado a reforzar la adhesión de sus militantes, simpatizantes y votantes que a captar a quienes no lo son.
Pero los dos impactos políticos del discurso fueron generados por lo que no dijo.
Está claro que el Gobierno viene avanzando con una política que da prioridad valor del nacionalismo con dos caras emblemáticas del mismo: la malvinización de la política exterior y la nacionalización de YPF.
En ambas cuestiones sucedió lo contrario a lo que se esperaba.
Los mercados esperaban el anuncio de intervención a la empresa petrolera, como comienzo del proceso hacia la nacionalización. Pero al no suceder, la acción de YPF subió 17%, revirtiendo la baja que había tenido en los días anteriores.
En cuanto a las islas Malvinas, había expectativas de anuncios respecto de la profundización en la política tendiente a aislar al archipiélago del continente, como presión para llegar a una negociación sobre la soberanía
En cuanto a las islas Malvinas, había expectativas de anuncios respecto de la profundización en la política tendiente a aislar al archipiélago del continente, como presión para llegar a una negociación sobre la soberanía. En los días previos al discurso, la decisión de la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, de impedir que lleguen a Ushuaia buques turísticos con bandera de la comunidad británica, y la convocatoria de la ministra de Industria, Débora Giorgi, para que no se importe del Reino Unido, mostraban una dirección muy definida. Cuando se esperaba que la Argentina suspendiera el paso sobre su espacio aéreo del vuelo que une Punta Arenas con Malvinas, la sorpresa fue el anuncio de que se realizarán vuelos desde Buenos Aires a las islas.
Es posible que en ambos casos, dentro de algunos días se vea que estas sorpresas en realidad no han cambiado en lo sustancial la política que hace del nacionalismo un eje político central y de Malvinas e YPF sus manifestaciones más relevantes.
Pero en el corto plazo lo realmente nuevo fue lo que no sucedió.
*El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría