Ecología. Un gigante con pies de barro
Por Raúl Montenegro Para LA NACION
Es la selva lluviosa más extensa del planeta. Tiene 7 millones de kilómetros cuadrados pero ya perdió por culpa de los incendios y la deforestación una quinta parte de su superficie original. Posee la más alta biodiversidad de la Tierra. Alberga, por ejemplo, unas 60.000 especies de plantas, 1500 especies de aves y más de 2 millones de especies de insectos. Su vegetación y su altura son abrumadoras, pero es un gigante con pies de barro. La mayoría de sus suelos son pobres, frágiles e incapaces de resistir, una vez desnudos, el duro Sol tropical y las lluvias.
Tarde estamos aprendiendo que Amazonas, al igual que la selva misionera, crece sobre sí misma. El suelo es más un soporte que un depósito de nutrientes. Si se la quema, deforesta y cultiva cae también una fábrica única e irreemplazable de suelo y de biodiversidad. Los suelos rojos del Amazonas, sin selva, son la antesala de desiertos tropicales.
Tarde aprendió el europeo invasor que los parques nacionales no alcanzan para proteger las cuencas hídricas y el ecosistema que provee agua, suelos, plantas medicinales y resistencia ambiental a los cambios climáticos.
La selva amazónica es también el país sin títulos y sin bandera de las comunidades originarias. Es el territorio de unos 250.000 indígenas pertenecientes a casi 200 pueblos. Los Nurak Maku en Colombia, los Waorani en Ecuador, los Yanomami en Brasil y Venezuela, los Akuntsu en Brasil, los Yora en Perú. Ellos sí aprendieron a convivir con la selva. Nosotros no. Reemplazamos las sabias cadenas alimentarias largas usadas por los cazadores y recolectores, que no destruían la selva, por las cadenas cortas de los cultivos que exigen deforestación previa.
De la superficie ya destruida de selva, casi un 80% se dedica a soja y el resto a ganadería. Allí también Monsanto deja sus huellas transgénicas y químicas. En Bolivia, donde se encuentra el extremo más austral del ecosistema amazónico, los agricultores cordobeses aplastan la selva, la cubren con plantas de soja RR, y luego contaminan el suelo con endosulfán, glifosato y 2,4 D. Petróleo, minería, extracción ilegal de madera y soja son sus cuatro plagas malditas. La Unión Europea, China y los Estados Unidos reciclan papel y festejan el día de la Tierra, pero compran maderas amazónicas en forma ilegal.
Amazonas no es solamente la selva que cubre parte de Colombia, Brasil, Perú, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Es la última oportunidad que tiene nuestra civilización occidental para aprender de los pueblos indígenas. Cuando caiga el último árbol, desaparezca el último de los Yanomami y se pierda el último de los silencios ya será demasiado tarde.
El autor es biólogo, presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente.
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