Un horizonte
NIZA, Francia.– Ejercitarse frente al mar es casi un sinónimo de utopía. Al menos de este lado del mundo, entrando a un invierno que se anticipa crudo y a la espera del pico de una pandemia que nos aterroriza. Encerrados en nuestras casas, contamos los días para volver a una normalidad que se presenta difusa. Mientras tanto, imágenes del futuro llegan como una película de ciencia ficción que nadie quiere perderse. En Niza, Francia, las playas (hermosas) se abrieron parcialmente y entonces un aire dorado lo tiñe todo. Ahí donde el frío va dejando lugar al verano incipiente, hay quienes lograron sobrevivir al encierro y la incertidumbre. Quienes vuelven a las caricias de sol y las mañanas tibias. La sensación fresca del agua en la piel. El aroma de la libertad como un horizonte posible. Esa esperanza todavía lejana a la que hoy, todos, necesitamos aferrarnos.