Una década decisiva
Les gustaría ganar un millón de euros... La municipalidad de Helsinki lanzará a comienzos de 2020 un "desafío energético" que recompensará con esa suma al que logre presentar una alternativa limpia y sostenible para reemplazar al carbón como fuente de energía de la bella capital finlandesa.
Sin medias tintas, el país nórdico, de algo más de cinco millones de habitantes, se propuso eliminar el uso de este combustible para 2029 y llegar a la "huella de carbono cero" (el equilibrio entre la cantidad de dióxido de carbono emitido y el retirado de la atmósfera y fijado por plantas) en 2035. Admirable.
Según explica esta semana Anne-Françoise Hivert en Le Monde, la ecología no era una prioridad para los finlandeses, que se permitían un consumo energético per cápita un 44% mayor que el del resto de los países de la OCDE; sin embargo, en este compromiso se pusieron de acuerdo partidos de todas las orientaciones. Probablemente, como ocurre también en Noruega, tomaron conciencia de que el tiempo apremia.
No dejan lugar a dudas las alertas que se suceden casi a diario. Ayer, la Unión Europea declaró la emergencia ambiental y pidió "acciones concretas para luchar y contener esta amenaza antes de que sea demasiado tarde".
El mismo efecto tiene leer el contenido del Emissions Gap Report ("Informe sobre disparidad de emisiones 2019", que evalúa su evolución y los distintos escenarios que pueden anticiparse), cuya décima edición fuepublicada a comienzos de esta semana por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente: después de una "década perdida" (2009-2019), en la que los países fracasaron colectivamente en hacer decrecer las emisiones de gases de efecto invernadero, ahora deberán reducirlas un 7,6% anual entre 2020 y 2030 si pretenden mantener el calentamiento global en 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, el doble de lo que habría sido necesario si hubieran comenzado a hacer las modificaciones necesarias hace diez años. Durante ese período, en lugar de disminuir, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron, en promedio, un 1,5% anual.
"Las conclusiones son desalentadoras -afirma el equipo internacional que evaluó toda la información disponible, incluyendo los dos informes especiales que presentó este año el IPCC-. En conjunto, los países no consiguieron poner freno al aumento mundial de emisiones y ahora se necesitan reducciones más drásticas en menos tiempo".
Este lunes también se publicó el boletín anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) con otra escena de terror: consigna que la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero marcó en 2018 un nuevo récord. En el caso del dióxido de carbono, principal responsable del calentamiento global, llegó a 407,8 partes por millón, o un 147% más que el nivel preindustrial. El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, subrayó en un comunicado que "la última vez que la Tierra conoció una concentración de dióxido de carbono comparable fue hace entre tres y cinco millones de años: la temperatura era de 2 a 3 grados más elevada que hoy y el nivel del mar, de 10 a 20 metros más alto que el actual".
Con estos y otros datos como telón de fondo, sin duda las discusiones que se inician el lunes próximo en Madrid, en la 25» Conferencia Mundial para el Clima (COP25), girarán en torno del que probablemente sea el mayor desafío que enfrenta la humanidad. Solo para hacerse una idea de la complejidad de esta tarea, basta con mencionar que para la Argentina, por ejemplo, el Emissions Gap Report recomienda "no explotar nuevas fuentes de combustibles fósiles; reasignar subvenciones para respaldar la generación distribuida de energía eléctrica renovable y dar un giro hacia el uso generalizado del transporte público en las grandes urbes". Y todo en una década...