Una idea para derrotar al exceso de gasto público
Hay una necesidad urgente: bajar el gasto público. Y es preciso reducirlo sin generar trastornos sociales. La clave es generar políticas innovadoras y creativas que reduzcan el gasto mientras impulsan el potencial de crecimiento del sector privado.
En la Argentina, según un estudio reciente de Cippec y ASAP, tenemos alrededor de 4 millones de empleos públicos. Las cifras oficiales están subestimadas porque muchos trabajadores están en condiciones de contratación irregular, sobre todo en provincias y en municipios, donde se concentra casi el 80% del empleo público.En los últimos 15 años el empleo estatal creció un 70% y representa hoy el mayor gasto del Estado (más del 13% del PBI), incluso por encima del gasto en jubilaciones.
Tenemos que bajar el gasto público encontrando la diagonal creativa que nos permita resolver el problema sin enfrentarnos a dilemas imposibles. Es necesario que el Estado le transfiera parte de su fuerza laboral al sector privado. Llevar este objetivo a la práctica tiene el desafío de evitar un impacto social en la transición, y requiere confrontar un sistema compuesto por un manojo de intereses, burocracias y normas que mantienen el statu quo.
Sí lográsemos que un millón de empleados públicos sean traspasados al sector privado, generaríamos un ahorro para el Estado de cerca del 4% del PBI y al mismo tiempo ayudaríamos a crecer la economía vía impulso al sector privado. Esto eliminaría el déficit fiscal, permitiría bajar impuestos y promovería un circulo virtuoso de crecimiento sustentable.
Ahora veamos los desafíos que enfrenta este objetivo.El primer reto es la negación de la problemática. Algunos dicen que no tenemos un problema de exceso de empleo público, porque estamos apenas por encima del promedio de la OCDE (reúne a los 35 países más desarrollados del mundo). El promedio de empleo público en OCDE es del 18% mientras que el nuestro es un poco mayor, cercano al 20% (y 36% cuando consideramos únicamente al empleo registrado). El error es no comprender que la OCDE tiene en promedio más del doble del PBI per cápita y una tercera parte de la pobreza de la Argentina.
El segundo obstáculo es la ausencia de responsabilidad, ya sea por disfunción o por desinterés. Los funcionarios suelen sentirse ajenos a esta problemática, aún si comparten el diagnóstico del exceso de empleados en el Estado. En la administración nacional argumentarán que es un problema de las provincias y municipios (que ciertamente fueron los que más incrementaron la cantidad de empleados públicos en los últimos años). Pero la responsabilidad del Estado es articular para enfrentar los problemas comunes que requieren coordinación y lo cierto es que en la última oportunidad que hubo para congeniar políticas fiscales, que fue en el Pacto Fiscal, no sólo no se comprometieron las provincias a disminuir el empleo, sino que se autorizó a aumentarlo en la misma proporción que creciera la población. Es decir, el Estado en su conjunto negó la problemática del exceso de empleo público.
La tercera dificultad es la supuesta imposibilidad legal y técnica para implementar esta idea. Es necesario superar las restricciones legales del fuero laboral que garantizan estabilidad a los empleados públicos. Un formato posible es que los empleados permanezcan con su empleador estatal y sean provistos para ejercer actividades en las empresas mediante un contrato de servicios entre la institución pública y la empresa.
Los más diversos organismos estatales de todos los órdenes tendrían entre sus objetivos centrales proveer parte de su personal al sector privado vía contratos de servicio. Este formato le permite al Estado descargar costos y viabilizar una alternativa para que las empresas puedan invertir y crecer competitivamente, mitigando contingencias laborales. Este proceso puede ser catalizado y administrado a través de la incorporación de intermediarios, un rol que podrían tomar las actuales empresas que se dedican a la provisión de empleo y servicios. El rubro de provisión de empleo está muy desarrollado en el país e involucra las más diversas actividades.
Otro dilema a resolver son los incentivos. ¿Cómo alineamos los intereses para que a cada parte le convenga avanzar en este proyecto? La empresa se verá incentivada a invertir y contratar gente a través de un costo competitivo, de flexibilidad y de la mitigación de contingencias laborales que le proveería este esquema. Existirá (ojalá) competencia entre las empresas y el desafío de ellas será otorgarle al empleado un ámbito laboral igual o mejor al que tenía y condiciones extrasalariales que lo motiven a cambiar su función. Quizás lo más desafiante sea motivar a las autoridades del Estado a sumarse a esta propuesta. El éxito de esta solución depende del impulso y la promoción que tenga desde todos los órdenes del Estado y la sociedad. Que surja de la indignación y la valentía para enfrentar el problema raíz.
¿Cómo puede haber provincias donde el empleo público supere el 50% del total?, ¿Y cómo esto sigue ocurriendo en la era digital, donde la localización geográfica se torna irrelevante? Tenemos que sumar recursos a los sectores pujantes, necesitamos gente para desarrollar nuestro potencial en servicios basados en el conocimiento, en energía, en infraestructura, en logística, en forestación, en minería, en agroindustria y tantos otros.
¿Es irreal pensar que la provincia de La Rioja le provea empleados públicos a Globant para montar un hub de desarrollo de software en la provincia? ¿O que el Correo Argentino le provea empleados a nuevos operadores logísticos de e-commerce?, ¿O que el Municipio de El Dorado, en Misiones, le provea empleados administrativos a una pastera que se instale en el distrito?, ¿O que el INTA le provea empleados a Bioceres para un proyecto de desarrollo de ciencias de la vida?
Existen experiencias de traspaso de empleo público al sector privado. Un ejemplo reciente es el exitoso programa implementado por Obama en 2012 que logró en menos de un año traspasar más de 100.000 militares al sector privado a través de incentivos fiscales y programas de capacitación. Uno de los factores de éxito de este programa fue la promoción y la invitación a toda la sociedad a comprender la problemática e invitarla a participar.
La Argentina va a crecer muchos años, seguramente va a duplicar su PBI, pero sólo si logramos llegar al punto de inflexión. Llegar allí significa lograr derrotar al déficit fiscal y con él, todos los problemas que acarrea. Esto no se logra diluyendo los gastos del Estado, se logra bajándolos en términos reales. De ahí surge esta idea, sólo una idea como puede haber otras, pero lo importante es avanzar, arriesgar, intentarlo, convocar para que lo hagamos juntos, para que de una buena vez salgamos de esta trampa y podamos lograr el sueño de construir una Argentina distinta.
Licenciado en Economía Empresarial y Gerente General de Plaza Logística
Eduardo Bastitta