Una solución para la diálisis
Desde comienzos de este siglo la insuficiencia renal es una epidemia a nivel mundial y sus causas más importantes son la diabetes y la hipertensión arterial. Se estima que hasta un 11% de la población padece algún grado de deterioro de la función renal.
La escasez de donantes tanto vivos como fallecidos y la existencia de un tratamiento efectivo para mantener la salud y la vida de los pacientes, como es la diálisis, hacen que el número de pacientes afectados crezca año a año. En nuestro país, hay 30.000 pacientes en tratamiento dialítico. El 69% de ellos son mayores de 50 años y casi el 50% del total tiene más de 60 años, es decir, se trata de una población añosa y aquejada por una multiplicidad de patologías que han causado o acompañan la insuficiencia renal.
Las empresas y los centros prestadores de todo el país se encargan de brindar tratamiento dialítico a estos pacientes de manera permanente. Se realizan 390.000 tratamientos cada mes. Para tales fines, se utiliza material sofisticado, en equipamiento, medicación y descartables, que asegura la alta calidad de la terapia y el mantenimiento de la salud y la vida de cada paciente. Una enorme cantidad de los insumos que se utilizan no se producen en el país, se deben importar. Asimismo, la complejidad de dicha terapéutica requiere personal numeroso y altamente capacitado para efectuarla. Se trata de un servicio intensivo en personal, servicios esenciales, equipamiento y medicación.
El sector de diálisis atraviesa en la actualidad una compleja situación en todo el país, que se prolonga indefinidamente en el tiempo, que no se puede corregir con palabras ni con exiguas adecuaciones de sus valores, y que por lo tanto requiere una solución imperiosa.
A lo largo del tiempo, el incremento de los montos que los financiadores abonan por estas prestaciones ha seguido una evolución que no se compadece con la evolución de los costos sufridos en todos los ítems antes mencionados. Eso implicó para el sector una retribución completamente inadecuada y progresivamente menor de los tratamientos, de manera que obligó a realizar ajustes en aquellos ítems que no afectan la calidad de aquellos, ya que eso iría en detrimento directo de la salud de los pacientes.
La realidad económica actual, con la devaluación de la moneda, el rebrote inflacionario y las cifras que alcanzan los acuerdos paritarios, sin una corrección racional de los importes a abonar y con las demoras actuales en los pagos de las obligaciones, hace que no exista más lugar para efectuar ajustes y que se impida continuar con los tratamientos comprometidos, debido a la imposibilidad de adquirir los materiales necesarios y hacer frente a las erogaciones corrientes que cada centro posee.
En innumerables reuniones hemos explicado, sin éxito, a los funcionarios de turno la magnitud del problema y las consecuencias terribles que ocasionan estas políticas de ajuste. Ya hemos sufrido el cierre de centros de tratamiento en distintas localidades. Este no es solo un problema económico, es un problema moral. Se trata de preservar la dignidad humana. Nadie debería estar preso de los temores generados por una economía "sustentable", que ignora la razón. ¿Esperaremos a tener más problemas y más desgracias?
La única forma de lograr los mejores resultados es aceptar la realidad y corregirla. Ignorarla no hace más que profundizar la crisis y acortar los tiempos hacia la catástrofe.
Presidente de la Asociación Regional de Diálisis y Trasplantes Renales de Capital Federal y Provincia de Buenos Aires (ARD)
Alfredo Casaliba