Veo, veo
Londres, Gran Bretaña.- Sam Curran, habilidoso jugador de críquet inglés, le hace honor a la fecha que luce el antiguo edificio. Contra lo esperado, en un parate a causa de la lluvia del clásico de ese deporte, Inglaterra vs. India, el joven de 20 años no se sienta a husmear la pantalla de su smarthphone, ni a publicar resultados parciales o comentar la vida de los otros. El cristal que media entre el mundo y él es la vieja y conocida ventana. Y su dispositivo, un par de binoculares. ¿Avistamiento de aves? Quizás, está en su tradición, pero las urbes solo ofrecen palomas en serie. Sam parece, más bien, sumarse a curiosear a lo vintage lo que hoy multiplican y deforman las redes sociales: la intimidad, la vida sin máscaras, los detalles sutiles de cómo se sirve un té, el baile que da una prenda al orearse, un beso, un saludo a una persona querida o una persiana que baja, de repente, sorprendida.