Verano caliente en el hemisferio norte
Al norte de la línea del Ecuador el verano es cada vez más caliente. En palabras de la Organización Meteorológica Mundial, en estas semanas “se han roto tantos récords (de temperatura) que es difícil seguirles la pista”. En Canadá, se batió el récord de 45º C, que se remonta a 1937 y en una semana pasaron de 46,6 a 47 y de allí a 49. En Seattle (EE.UU.) -esa ciudad famosa por su clima fresco- llegó a los 41 º C; Siberia, la helada Siberia, anda por los 48. Detenemos la cuenta, para no marear.
“Las olas de calor se están haciendo más frecuentes e intensas al tiempo que las emisiones de gases de efecto invernadero conducen a un aumento global de las temperaturas” explican los meteorólogos de la OMM, y la Tierra es 1,2º C más calurosa que en la era preindustrial. En Argentina las temperaturas todavía se presentan estables (todavía no se superó el récord de 1920 en la provincia de Córdoba, con 49º C) pero tenemos inviernos cada vez menos fríos y estaciones del año que se están descuajeringando, adelantando sus llegadas, atropellándose entre ellas.
Esperábamos un fin del mundo a la medida de nuestras ambiciones -con explosiones, derrumbes y escenas heroicas- y tenemos un apocalipsis cuadro por cuadro, lento y en cuotas. Cada invierno un poco más caliente que el invierno anterior. Nos cocinamos lentamente y sin darnos cuenta, como la rana de aquel cuento. ¿Echaremos a perder un planeta por simple descuido?
Además
En Alemania el aumento de la temperatura llevó al gobierno a imponer restricciones a la circulación de automóviles, uno de los grandes sospechados del calentamiento global. Pero hay otros: la generación de energía eléctrica junto con la agricultura y la ganadería, generadores de gas metano. Es posible que, como en aquella novela de Agatha Christie, todos los sospechosos sean los responsables.