Vivir con lo nuestro
Habrán oído este lema en más de una ocasión. Como todo lema, nadie lo somete a escrutinio ni se lo toma al pie de la letra. Pero hoy, fecha patria, vivir con lo nuestro suena más correcto y corajudo que nunca. El problema es que no podemos vivir con lo nuestro. No porque los otros países sean malvados, porque exista alguna conspiración internacional en nuestra contra o porque tengamos agentes internos que atentan contra este proyecto de autonomía épica. No podemos porque no es posible. Porque nadie puede.
Catorce siglos antes de Cristo se hundió un barco en el Mediterráneo. En 1982 fue descubierto por pescadores de esponjas y en 1984 la National Geographic Society comunicó que el barco había zarpado de los puertos fenicios y que transportaba lingotes de zinc, oro y vidrio azul, posiblemente con destino a Grecia. A la vuelta de los milenios, desde el petróleo para Estados Unidos hasta la soja para China, ni las potencias más orgullosas pueden vivir con lo propio y nada más. Casi todo ha cambiado en los 3400 años que pasaron desde aquél naufragio, pero las sociedades siguen dependiendo una de otras en delicados y complejos equilibrios. Es en esa constelación donde la Patria brilla, y es en esa competencia donde sí hace falta coraje.