Volar un rato
CARACAS, VENEZUELA.- El cine como evasión de la realidad, oasis del viaje mental a otros mundos, es un tópico transitado desde hace tiempo. Alcanza con remontarse a la crisis del 29 y el singular éxito de taquilla que tuvieron las películas por ese entonces (según el sitio The Independent crecieron un 35%) para recordar cuánto ayuda el shock dispersivo de la imagen para no registrar, al menos por un rato, el desastre que nos rodea. Algo parecido debieron pensar los vecinos que, en Caracas, montaron una pantalla gigante en el humilde barrio de Petare. Azotados por el doble frente de la pobreza y el aislamiento de la pandemia, chicos y grandes se animaron a volar en la alfombra mágica de Aladdin, en la digna versión de Guy Ritchie. Quien pudiera estar frente al genio de la lámpara dispuesto a pedir el único deseo que, como pocas veces en la historia, hoy comparten todas las personas del mundo.