Y después, la nada
La imagen es sobrecogedora, pero la hemos visto tantas veces que casi nos hemos anestesiado frente al desastre que el cambio climático significa para los osos polares. Y para muchas otras especies, por supuesto. Pero estos osos han sido uno de los síntomas más visibles del calentamiento global, y ahora sabemos que una de las consecuencias más nefastas de la destrucción de su medio ambiente es que esta especie se ha ido volviendo más endogámica y, según un estudio publicado por The Royal Society, los osos polares han perdido entre un 3 y un 10% de su diversidad genética debido a la reducción de la cobertura de hielo. La imagen de este oso sobre un témpano fue tomada en la Tierra de Francisco José, un archipiélago ruso de 191 islas descubierto en 1873, en el Océano Ártico. Más allá no hay nada, salvo el polo norte.